En busca del Yeti .

abriendo huella

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LIBRETA

LIBRETA     CARRETE     CORDADA                                      
AL MACUTO        MAPA       COLABORA       ACERCA DE                                      



A LAS PUERTAS DE NEPAL

Y ahí estábamos nosotros, en uno de esos autobuses que tienen 50 asientos y 87 pasajeros dando botes camino a Nepal..preguntándonos cuándo volveríamos a India..a vivir su gente, esa que tanto nos ha enseñado sin ser conscientes de ello. Hemos aprendido que se puede vivir con pocos bienes materiales, pero con mucha actitud y ganas. Lamentablemente hemos visto gente que sobrevive..como en casi todos los sitios supongo, aunque en India esto abunda. Pero también hemos visto gente que vive..que están vivos todos los días sin caer en una rutina radical que les pudiese volver autómatas, fríos y muy ocupados. Trabajan por su puesto y se esloman, pero lo hacen sin esa velocidad vertiginosa por llegar primero al éxito demandado por otros, por la tele..trabajan principalmente para ellos y su familia y no parece que pretendan presumir de nada. El tiempo incluso se lo toman de otra manera a la que acostumbramos, aquí se le da un buen rato a la charla con los demás, nada es urgente, a no ser que sea realmente importante. Por aquí las cosas van despacito y no por ello se ven caras largas, todo lo contrario. La gente sonríe, se relaciona..se miran los unos a los otros. Te miran a ti y se acercan a preguntarte tu nombre..y al escuchar un “Yavi” no se cortan un pelo en reírse a carcajada limpia. Es sobretodo por esto por lo que nos ha encantado este país, por el hecho de que la humanidad aun sigue siendo cálida aunque no tengan apenas recursos materiales, pero se tienen los unos a los otros y ¿no es eso lo realmente importante?


Por otro lado llevamos pensando en Nepal desde que le pillamos el gusto a las montañas, en algún momento de nuestras respectivas vidas...y ahora estábamos apunto de tocarlo. A decir verdad antes de haber pisado Asia, Nepal nos llamaba por sus montañas, el Himalaya. Lugar donde la tierra ha tirado para arriba como atraída por la gravedad de otros planetas o algo jajaja o simplemente porque las placas tectónicas un día decidieron chocarse muy fuerte, ambas opciones me valen, una para mentes con mucho de imaginación y otra científica y más real. En cualquier caso la cordillera más bestia del planeta, la que consigue rascarle la barriga al cielo con sus picos de más de 8.000 metros de altura. Y ver semejante espectáculo de la naturaleza es algo que no nos podíamos perder. Pero ahora, después de haber vivido la India, lo que realmente nos llama es conocer la vida de la gente que habita en este escenario tan increíble, redondito y verde a poca altura y afilado y blanco más arriba.




Al llegar a la frontera...a estos perímetros que deciden delimitar la tierra en cachitos con banderas y colores diferentes sin asomo de vergüenza ni nada, esperábamos recibir el trato acostumbrado, el frío tacto de la burocracia. Pero nos llevamos una grata sorpresa al ver que los nepalíes del borde, aunque uniformados, eran personas simpáticas. Se partían de risa al vernos rellenar los formularios requeridos en los que no parábamos de equivocarnos y meter tachones. Creo que tuvimos que repetir unas tres veces una de las hojas porque no sabíamos donde iba el nombre y el apellido..porque había un apartado para el sobrenombre -¿ Qué es esto de sobrenombre tio?, yo no tengo de eso. - Yo tampoco, yo que se, vuelve a poner tu apellido... Y los que nos tenían que poner el sello muertos de la risa y diciéndonos Spain good football, real o barcelona?. - Na es que no somos muy de futbol, de motos lo que quieras, de Rossi primero y luego de Marquez.. Así que con todo este cachondeo nos sellaron el pasaporte con permiso de 3 meses. Pues gracias si eso pensé, aunque en mi opinión este tramite es innecesario, debería ser gratis y sin limite de tiempo, bueno que va, no debería existir esta frontera ni ninguna otra.

El bus a Kathmandu era como poner un docu de la 2...una sucesión de paisajes pasando por la ventanilla, montes verdes frondosos, jungla y ríos enormes. Troncos que por su aspecto juraría que son milenarios, anchos como diez búfalos y llenos de enredaderas que los trepan y lianas que cuelgan por todas partes y hojas verdes fosforitas de metro y medio..un auténtico flipe. Pues todo esto solo que unas siete horas seguidas y con la tele de dentro del bus puesta al máximo de volumen..parecía un viaje si, pero no un viaje en bus.


Kathmandu sigue manteniendo parte de esa locura que había en India, donde puedes ser fácilmente atropellado por un taxi o te puedes cruzar con un búfalo en cualquier esquina. Solo que dentro de lo que cabe aquí hay más normas..es raro ver a cuatro o cinco en moto y sin casco, las señales de tráfico se respetan y tal y no hay tanta basura por la calle. El regateo por todo sigue siendo parte del día a día y siempre empiezan diciéndote más o menos el doble del precio real de las cosas, luego ya depende de lo habilidoso que seas tú para llegar a un acuerdo. Es divertido esto del dinero, comprar dólares en el mercado negro por su puesto evitando esas tasas absurdas oficiales, cambiar las rupias indias que te quedaban por algún bolsillo a rupias nepalíes..quedarte mirando el dibujo del billete un rato diciendo ¡Hala este me lo guardo! Y acabar gastándotelo...lo que no comprendo muy bien del dinero es la manía que tiene mucha gente por almacenarlo llegando a hacer cosas muy feas para conseguir su montaña..eso ya no hace ni pizca de gracia. Pero bueno yo me limito a gastarme el poco que tengo y que vaya trotando de bolsillo en bolsillo.

Aquí en Kathmandu esta lleno de tiendas, tienduchas y tenderetes enfocados al alpinismo..puedes conseguir buen y mal material barato y muy barato..¡interesante! Un día hablando con el dueño de una de las tiendas le preguntamos por una foto que tenía colgada en la pared en la que salía alguien encima de una montaña de las grandotas, nos contó que ese alguien era él mismo en la cima del Cho Oyu.. la curiosidad nos podía y al vernos interesados también nos dijo que subió al Everest en tres ocasiones y que una vez se fue a Pakistán para escalar el Broad Peak..y lo escaló. Nos quedamos mirándole como si fuera un extraterrestre, personalmente es la primera persona que conozco que ha estado a más de 8.000 metros, semejante hazaña sólo la había leído en libros y revistas.. se tuvo que sentir observado porque no le quitábamos el ojo de encima, como escudriñando si realmente era humano o que..

Otro día un taxista nos contó una historia que nos dejó a cuadros, resulta que hace cinco años asesinaron a la familia real de Nepal, y los que sobrevivieron tuvieron que exiliarse. Ya no queda nadie de sangre azul por aquí y hoy en día el palacio real es un museo. Yo, que igual soy muy ignorante, es la primera vez que escuchaba esa historia..no tenía el recuerdo de haber escuchado a nadie comentando eso en mi entorno habitual ni haberlo escuchado de rebote en los telediarios que se quedan puestos sin querer cuando acaban los simspons..porque aposta no me trago un telediario ni loco. Pero así es, no tenía ni idea de todo esto. El taxista y otros nepalíes creen que no le han querido dar difusión a la noticia para no dar ideas a otros radicales..pero alucino con que en la tele nos cuenten que la bolsa cae y se estampa y crece y estalla y no nos cuenten nada de esto...alucinante.

Un golpe de realidad más nos vino hablando con un tipo mientras nos comíamos un Aloo Parantha en un puesto de la calle. Hicimos migas con él y le estuvimos contando lo vivido en los últimos meses, el autostop por Europa..las acampadas..lo que significó conocer India para nosotros y todo eso..y después le contamos nuestros planes de futuro, volar a Australia para trabajar un poco y ganar dinero porque se nos está apunto de acabar...el tío que había escuchado todo sin pestañear nos miró y nos dijo, lo que estáis haciendo es un sueño que para cualquier nepalí es completamente imposible. ¿Volar a Australia? Un nepalí ni se lo plantea..sencillamente porque no puede. Sois muy privilegiados en Occidente...Claro cuando escuchas esto, que ya lo sabías, pero lo escuchas en la boca de un nepalí a pie de calle contándotelo a ti, bajas rápidamente de tu nube.. algo te vuelve a crujir por dentro, como cuando llegas a la India por primera vez. Vuelves a no entender este mundo en el que unos pocos se aprovechan de un buen puñado para tener y tener. Y te da por pensar, ojalá tuviésemos nosotros menos oportunidades y ellos más y existiese un equilibrio en el que todo el mundo pueda acceder a las mismas cosas y cada cual decida qué camino quiere seguir...que sea una cuestión sencillamente de actitud y no de poder. Pero ese mundo no existe claro, y si dices esto muy alto alguno se reirá llamándote iluso..recordándote que eso son utopías. Y seguirán siendo utopías mientras todos los que se ríen sigan permitiendo que lo sean claro que si....yo de momento prefiero pecar de soñador que de estirao. ¡Y ojalá algún día todo cambie!


Javi.

HASTA LA VISTA INDIA

Cuando por fin nos decidimos a salir de Rishikesh, bajamos con Dani a Haridwar para coger un bus, él dirección a Nepal y nosotros dirección Udaipur, en Rajasthan. El viaje en autobús se hizo largo aunque divertido, esta vez reservamos dos plazas sleeper y pudimos dormir toda la noche del tirón y además poder disfrutar un poco de intimidad en nuestros pequeños cubículos cerrados. Fue curioso que lo primero que vimos al llegar a Pushkar fue una pelea en un tendero de zapatillas y la misma situación se repitió en la última parada, esta vez un padre con su hija pequeña que amenazaba al conductor con dos piedras bastante grandes. Lo bueno de ambas situaciones es que quedó en nada, buena bienvenida a esta región.

Una vez arreglamos el precio con el rickshaw nos fuimos directos al hotel más barato de la zona, uno de los guest house más antiguos y las vistas desde la terraza al lago eran increíbles, sobre todo con la puesta de sol. Allí nos pasamos la tarde tocando con unos chicos franceses que viajaban como nosotros y traían a cuestas una guitarra cada uno. Al día siguiente hicimos autostop hasta un lago que hay fuera de la ciudad, “el tiger lake” a pasar la mañana y aún no sabíamos que iba a ser un día de esos en los que nada tiene sentido y que te lo pasas como un enano. Resulta que a los diez minutos de estar sentados en el lago aparecieron tres estudiantes de medicina con cerveza, nos invitaron y charlamos un rato, al despedirnos paramos un coche a ver si nos llevaba de vuelta a la ciudad y nada más subirnos nos ofrecieron whiskey con agua. Cuando pensábamos que ya estaba todo hecho aparecieron Barat y Bhanu el cowboy de Udaipur, y nos llevaron a un pueblecito alejado de la ciudad donde tuvimos la suerte de dar con lugares mágicos y con gentes que no están acostumbrados a ver turistas y se sorprendían al vernos, sobre todo los niños. Tras pasar todo el día con ellos nos invitaron a cenar en un restaurante de carretera, por supuesto todo picaba como satán pero la verdad que estaba todo delicioso.



Como buenos aficionados a las motos que somos, no podía faltar subirnos a una e ir a explorar los alrededores de Udaipur, esta vez a lomos de la trambólika que no subía puertos si no íbamos en primera a 10 por hora. Una vez arriba tuvimos la oportunidad de ver el desierto de Rajasthan y sus pequeños oasis verdes a orillas del río, con bastante agua a pesar de que se trata de una zona bastante árida. Nos pasamos todo el día bajo el sol, sin casco por supuesto ya que nos ateníamos al dicho “donde fueres haz lo que vieres” y rodeados de gente local allá donde íbamos, que por sus caras de asombro parecían no estar acostumbrados a tratar con turistas, aunque después de toda la tralla que llevamos a las espaldas nos consideramos más viajeros, pero bueno ese es otro tema. Sin freno de delante hicimos unos 80 kilómetros de aquí para allá, esquivando vacas, búfalos, monos y ese tipo de fauna que habita por estas tierras. Nos quedamos sin gasolina, ¡cómo chupa la jodida moto! Pero menos mal que en el pueblecito que pasamos pudimos comprar 3 litros y tirar hacia la jungla de cristal, y preparar la mochila o al menos intentarlo, la eterna cuestión del “mañana nos vamos” que siempre es mentira. Ya sentados en nuestra esquina habitual y compartiendo una Kingfisher Super Strong, una cerveza malteada en el mismo infierno pero de un sabor buenísimo se nos ocurrió la mejor idea del viaje, intentar llegar al hotel más caro de todo India para hacer un concierto y sacarle las cucas a los ricachones que derrochan billetes por doquier, aunque no sabíamos que era del todo imposible acercarse en barca sin pagar 400 rupias por cabeza, nuestro gozo en un pozo.


Ya decididos a emigrar a tierras más cálidas, nos pegamos ocho horitas en bus dirección Pushkar, la ciudad sagrada, donde la cerveza, la carne y los huevos están prohibidos pero no lo está el hachís y en cualquier lado puedes tomarte un bang lassi y tener full power como decían por allí. Nuestra idea era quedarnos unos tres días, pero como ya sabéis que el tiempo pasa de diferente manera en Asia nuestra estancia se multiplicó por tres. Encontramos alojamiento muy barato cerca de la estación, un hotel en el que estábamos nosotros solos, bueno nosotros y el hijo del dueño que era un culo inquieto, le bastó dos días para coger confianza y no dejarnos en paz y perseguirnos por todo el hotel preguntando si le dejábamos tocar todo lo que había encima de la mesa. Al final salió un poco escaldao ya que muchas veces te hacía perder los nervios y la paciencia y tras avisarle que “shanti shanti my friend” (tranqui tranqui colega) le amenazamos con meterle en la ducha de agua fría con ropa, y algo más compasivos sólo se llevó un cubo de agua por encima. A pesar de que esté bien o mal el chaval se tranquilizó los dos siguientes días lo que nos permitió respirar tranquilidad.

El día 17 de Febrero teníamos una cita. No es que seamos muy de saber en qué día vivimos, nos gusta más dejarnos llevar y que el tiempo se delimite en si nos apetece más movernos de sitio, quedarnos más tiempo en cualquier lugar y etc, pero este día era especial, en realidad no tan especial pero es de los días que hace ilusión saber que alguien se hace más viejo, en este caso Javi así que ni cortos ni perezosos nos salimos a darnos un caprichito y tomarnos unos falafels en la calle del tamaño de nuestro antebrazo y para nuestra sorpresa vimos un sinfín de carrozas y gente tirando flores, ¡Coño! ¿cómo celebran aquí las cosas no? En realidad no es que a Javi le quieran tanto, sino que era también el día de Shiva, el dios más importante de los hindús, y liaron la de dios y nunca mejor dicho.



Allí conocimos a Javi, un Majariego que andaba trotando por este basto país y que volaría a Tailandia en un mes y pico. Aficionado y loco de la música se sorprendió de que llevásemos unos ukeleles en el macuto y pronto empezamos a tocar juntos, hasta el punto de que a los dos días dimos un concierto en un restaurante a cambio de una cena gratis, no es mucho pero hace mucha ilusión. El mejor descubrimiento que nos pudo hacer fue el “Laura's Café” un restaurante español en el que te podías tomar un gazpacho bien frío, un pan tumaca y por supuesto tortilla de patata, muchas de las cosas que echamos tremendamente de menos. Al día siguiente alquilamos una moto cada uno y nos aventuramos a recorrer los alrededores de Pushkar, carreteras machacadas y pistas de arena. Volvimos a visitar ese día a una familia que trabajaba en el campo y nos invitaron a un chai, a unos 35 kilómetros de nuestra casa temporal. Nos hemos dado cuenta que el chai es tan adictivo como la droga más dura, su sabor es tan exquisito que siempre tienes hueco para tomarte un par más, o tres.

Hemos aprendido durante estos meses de viaje que las despedidas no son tan terribles, incluso al revés ya que dices adiós a gente que de verdad merece la pena conocer, y como dice Yosi el de Los Suaves “Adiós es la palabra más dulce que puedes decir a alguien cuando estás seguro del regreso” y ya han sido muchas personas las que han pasado por nuestros corazones y que ahora siguen viviendo sus aventuras por ahí y en muchos casos te vuelves a encontrar en otros países, muchas veces sin previo aviso y eso hace que sea mucho más emocionante. Nos estamos enganchando demasiado a la carretera y eso va a ser más difícil que el dejar de fumar.


Con la pereza en el cuerpo que se te queda al pensar en largas horas de trayecto en un cubículo con ruedas, empacamos la mochila y salimos en dirección a Varanasi, otra de las ciudades icono de la India. Esta vez nos esperaban 8 horitas en nuestro querido bus local hasta Jaipur y de ahí cogeríamos un tren hacia la que sería nuestra última ciudad en India. La verdad que el tiempo que pasamos esperando al tren fue entre aburrido y divertido, algo muy difícil de explicar. Acabamos metidos en un callejón oscuro sentados en las mochilas frente a una pequeña tienda de té, todo el encuadre te hacía pensar que estabas en cualquier callejón de la cosmopólita Nueva York pero en versión India. Un chai tras otro y numerosas conversaciones con los transeúntes que por allí pasaban pasaban las horas, y al final para buena suerte uno de ellos se empeñó en pagarnos todos los chais que nos tomamos, pero lo hizo bien ya que ante nuestra negativa, se salió con la suya y en un despiste estaba tó pagao, si le volvemos a ver se va a enterar.


Las peleas con los conductores de tuc tucs van siendo algo habitual, quedas con el en pagar tanto y cuando te bajas y le das lo acordado se enfada y te intenta pedir el doble, lo que no saben es con quien están tratando, hemos dormido tirados en la calle cual ratas de ciudad por ahorrarnos 15 euros en un hostal, por lo que menos voy a pagar el doble o más de lo acordado por tu cara bonita majo. Esta historia se repitió camino a la estación de tren a la noche, con el susto en el cuerpo si nuestro billete era correcto, la estación era esa y nuestro tren salía en hora. No estábamos muy ilusionados por coger el tren, ya sabíamos que India estaba llegando a su final y eso no nos gustaba nada, pero cuando la burocracia así te delimita porque sí que solo puedes estar 2 meses y medio en un país por ser dibujante pues no queda más que joderte y jurar en hebreo, pero salir echando leches si no quieres pagar una jugosa multa. El infierno se hizo realidad, 17 horas de tren entre música a todo trapo, gritos y demás parafernalia que le desean felices sueños a uno, pero cansados llegamos o eso creímos. Llegamos a una ciudad enorme para coger un autobús local hasta nuestra ciudad, en realidad lo único que deseábamos era conocer nuestras camas por el cansancio acumulado y el dolor de cabeza que arrastrábamos pero nuestra sorpresa vino en la estación de autobuses cuando nos dijeron que aún nos quedaban 3 horas más para llegar. Sin quejarnos ni mediar palabra nos subimos y pagamos religiosamente los billetes esperando que el tiempo volase pero no lo hizo. Una vez en Varanasi la multitud de conductores de tuc tucs esperando a timar al turista nos esperaba en la puerta del bus, pero esta vez nosotros fuimos los que casi le timamos a él ya que conseguimos el mejor precio indio hasta la fecha y nos condujo hasta el hostal. Lo que no sabíamos es que los tíos listos se llevan una comisión bastante grande por dirigir a la peña a los hostales que tienen apalabrados, pero cuando nos explicaron esa historia nos cambiamos a una habitación mejor por la mitad de precio.



Varanasi como tal no me gustó mucho, sinceramente creo que tiene mucho más encanto un lugar más pequeño pero no dejaba de ser interesante cuanto menos, la mañana siguiente nos subimos a bordo de una barca a remo a mandos de un chaval que no pasaría los 13 años, pero esto es la India y desgraciadamente ponen a los niños a trabajar cuando el padre se dedica a hacer otras cosas y por lo que escuchamos era ponerse a beber en el mejor de los casos, pero bueno que le vamos a hacer. Del Ganges habíamos escuchado que su agua era radiactiva en esta ciudad pero ni de lejos, es como el rumor de que el país entero huele a huevo podrido, si que es verdad que está mucho más sucia que en Risikesh cerca del nacimiento. La vida en Varanasi se reducía a pasear de Ghat en Ghat bebiendo chai que sabía a Ganges pero nunca nos sentó mal, a un precio de 5 rupias bastante asequible, siempre con la frase habitual en este área Boat sir? Cuando no se trataba de hash, opium, mushrooms? Un sin fin de camellos que ofrecían cosas que nunca habías escuchado hablar.



Sin querer nos colamos en una previa celebración del Holi en la que nos mancharon todo de verde por ir paseando por la calle, obviamente después despertábamos todo el interés de locales y turistas allá donde íbamos y algunos incrédulos te decían que no, que el Holi empezaba el día 6 de marzo pero que culpa teníamos nosotros de haber estado en aquel momento paseando por la calle. Nos intentábamos mover siempre que podíamos por los callejones, que siempre son más acogedores que las calles infestadas de gente y de comercios ansiosos por hacer otra venta, y gracias a ello dimos con sitios muy buenos y pudimos comer la mejor tortilla francesa que habíamos probado hasta la fecha, servida en una hoja y con un palo de madera de ese que utilizan los médicos para verte las anginas. Nuestra estancia fue breve y algo triste porque sabíamos que dejábamos atrás un país que nos ha marcado creo que para siempre, y más aún cuando compramos los billetes de tren dirección a Nepal y nos dimos cuenta de que nos teníamos que ir un día antes porque la visa no acababa el día 3, como siempre nos pasa en estos casos de no mirar o planear las cosas en general, pero bueno conseguimos un tren a la mañana siguiente que por supuesto el conductor de rickshaw nos quería cobrar una tasa por la estación, 10 rupias que solo se imaginó que le íbamos a dar. Nos pasamos el trayecto del tren durmiendo encima de las mochilas y sentados con la puerta abierta, como solíamos hacer en Italia cuando no nos apetecía pagar el billete de ningún tren. Subidos al autobús local con los respaldos más pequeños que he visto nos metimos 6 personas en el espacio en el que caben 4, imaginaos lo cómodos que nos pasamos las 4 horas siguientes, un espectáculo. Ya en la frontera sólo teníamos que cambiar dólares para salir de este cálido país para adentrarnos en las montañas más bestias que ha parido la madre naturaleza, y nuestro sueño desde que planeábamos aventurarnos en este viaje, dejábamos atrás un país que sabíamos que íbamos a echar tremendamente de menos y no sabíamos si íbamos a dar con alguno que nos tocara tanto la patata.



Gonz.


EL BABA Y JURASSIC RISHIKESH

Nuestro siguiente destino sería Manali, un pueblo bien al norte y bien rodeado de gigantes de roca y hielo. Una vez llegamos allí tras unas cuantas horas botando en los asientos de un autobús local y todoterreno teníamos claro que no pagaríamos más de 100 rupias cada uno por dormir. Veníamos mal acostumbrados de Mcleodganj supongo..jeje. No fue difícil convencer al tipo del bigote de que en esas latitudes con ese frío poco negocio tenía..así que nos enseño sus dientes detrás de su bigote a modo de mueca amigable y nos llevó a su hostel, por darle el nombre al uso. Lo cierto es que era un antro cochambroso.


Lo bueno es que en ese antro conocimos al Baba. Baba, un tipo de 69 tacos, nepalí y con muy buen humor era el cocinero del lugar. Las únicas palabras que conocía en inglés eran “okey okey”, “no problem” y “tomorrow morning” y eso le bastaba para defenderse e imponer su ley en el hotelucho. Con su desparpajao característico el tipo hacía exactamente lo que le daba la gana... - ¡Baba ponte unas tazas de Chai!..le entraba por un oido y le salía por el otro. Lo mismo te respondía que “no possible” y te aparecía al rato con café para todos. O le pedías para comer arroz con huevos y te soltaba un “okey okey, no problem” y te aparecía con una montaña de garbanzos con patatas y punto...si te lo comes o no ya es cosa tuya, pero las 60 rupias se las debes, debes, debes de todas todas.

El tema se su autoridad fue lo mas gracioso de todo el asunto. Baba tenía la costumbre de acostarse a las 19:30 de la tarde, 20:00 si se trataba de alguna emergencia o se le presionaba mucho. Por lo tanto ahí imperaba su ley, la cena te la intentaba servir a las 18:00 pero si le insistías mucho conseguías que te la bajara a las siete y poco. El hecho de que se fuera tan pronto a la cama no era la guinda del pastel, el caso es que la puerta del hotel se cerraba a cal y canto con pestillo y se metía a la cama con la llave. A veces, cuando conseguías permiso para salir a comprar cerveza te pedía que le echaras la llave por fuera..impidiéndole salir a él y al resto de inquilinos en caso de emergencia, pero oye si el Baba se queda así mas tranquilo “no problem”.


Estrechamos una amistad muy buena con Baba, y de vez en cuando le llevábamos una botella de Old Monk, un ron barato y peleón que al Baba le gustaba pimplarse con agua hirviendo para combatir el frío y dormir bien como el mismo decía. Los enfrentamientos vinieron con su jefe, el tipo del bigote. Se ve que no le hacía ninguna gracia que el Baba ganara más dinero que él, porque se convirtió en nuestro cocinero particular. Así que ni corto ni perezoso decidió cortarnos el agua caliente sin más..por joder un rato. En las condiciones climatológicas en las que nos encontrábamos esto suponía un problema, a bajo cero en la calle y a muy pocos grados positivos dentro de la habitación. Nuestra respuesta fue lógica “ no hot water, no money my friend” así que nos fuimos del hotel sin pagar un par de noches que teníamos pendientes. De todas formas nuestra cita para desayunar y cenar con el Baba no faltaba, todos los días acudíamos a verle..a lo que baba respondía que okey okey, que no problem, que tomorrow morning. Cuando nos despedimos de el rebuscó en su despensa de palabras en inglés para brindarnos un “ this people” mientras nos señalaba “good peoples”.



Aquí en Manali también hicimos buenas migas con unos vecinos, que nos invitaban a entrar en su casa para ofrecernos un chai mientras nos hablaban de su vida y nos enseñaban fotos de toda su familia. Con ellos tuvimos conversaciones muy chulas en las que nos contaban un poco su forma de ver y hacer las cosas, su forma de vivir. Es curioso pero aquí la gente no parece competir unos con los otros por un éxito social. Por aquí las cosas son un poco más Shanti Shanti como ellos mismos afirman.

Tras once días en este pueblo en el que pudimos ser participes de la vida de las gentes del norte nos despedimos con la promesa de que algún día volveríamos. A petición suya que la próxima vez sea con novias, así que igual se les hace algo larga la espera.

Volvimos a subirnos en uno de esos autobuses del infierno, esta vez 15 horas hasta Rishikesh. Rishikesh, en el pre-himalaya indio es un pueblo a pies del Ganges y rodeado de montañas frondosas y es además la capital del yoga. Se poco o nada acerca del yoga, pero si sé que tras el paso por Rishikesh se me han quitado las ganas de probarlo. Aquí parece una religión mas que una practica sin más, y sus devotos se vuelcan en cuerpo y alma a sus mandatos. Normalmente la gente se hospeda en ashrams, que son lugares donde dan clases de yoga. Estos ashrams tienen verjas, como las jaulas o la cárcel..y las cierran a las diez de la noche con llave. Los yoguis que hemos conocido son por lo general gente tranqui, de hablar despacito, comer poco y abrazarse..después claro se meten corriendo a sus camas antes del toque de queda. Alguno nos ha insistido en que la cerveza es mala para dejar crecer el espíritu...aguantándonos la carcajada le preguntamos que cómo conseguía que el suyo creciera encerrándolo por obligación antes de las diez todos los días. Nos explicó que si aceptas ciertas normas desde dentro y las llevas a cabo todo funciona perfectamente...probablemente si..o probablemente no, a mi de momento me funciona hacer lo que me viene en gana.. y por su puesto me gusta la cerveza.


Dejando un rato de lado el tema yogui, Rishikesh se nos ha presentado como Jumanji, o Jurassic Park..la cantidad de fauna que aquí habita es impresionante. Los monos han pasado a ser parte de la rutina y son cotidianas las batallas con ellos para que no entren a la habitación a robar..cosa que han conseguido en alguna ocasión. Ayer mismo escuchaba a Gon acordarse del padre de la religión cristiana y de la madre del mono a grito tendido. De hecho ya no les llamamos monos, eso era antes de que nos declararan la guerra, ahora son macacos de mierda.



Si solo fueran monos ni tan mal, el tema es que aquí hay mas que esos peludos. Un día fuimos de excursión a ver una caída de agua brutal metida en la selva, y después llegamos hasta una aldea en mitad de la nada en la que la gente sigue viviendo de la tierra y los animales. Simpáticos y ofreciéndonos chai nos dijeron que mejor fuéramos tirando para abajo porque el sol se empezaba a ponerse y era peligroso. -¿Peligroso? -Si. Nos responde con cierta tranquilidad, por la noche salen los tigres y los elefantes y alguna vez hasta se pasean por la aldea. Pensábamos que se estarían riendo un rato de nosotros pero muy serio nos insistió en el peligro y en que no andásemos sin luz por esos parajes. ¡Nos pusimos para abajo pies en polvorosa!

Al día siguiente volví a la cascada, porque me gustó mucho y conocí a un grupo de indios que tenían cerveza y whisky y tras varios intentos por que les acompañara en sus tragos al final accedí y me di al carpe diem, ese al que tanto nos gusta aferrarnos. El resultado, un día raro hablando del tema favorito de los indios veinteañeros, las mujeres. Se ve que como aquí tienen tantas restricciones y tradiciones en ese tema, buscan una vía de escape preguntándole a todos los extranjeros que cómo son las chicas de su país..que si hace falta estar casado y todo eso. Ellos dicen que aquí “no wife, no life” y no comprenden muy bien que no estés casado..un poco afectado por la cerve, les expliqué que a lo mejor algún día si tengo suerte en la vida me metería en el fregado de los hijos y tal..pero que de momento estoy aquí...me miran raro y se ríen a carcajadas.



Otro día conocí a un alemán que se ofreció a enseñarme la entrada secreta al ashram en el que estuvieron los beattles en su día..para todo aquel que no quiera pagar un duro. El camino era por un bosque frondoso y tras unos cuantos pasos me dice.. - shhhh..¡Calla!, he oído ramas moverse.. nos asomamos y vimos una plasta enorme y fresca. - Es caca de elefante, no hagas ruido y nos volvemos por donde hemos venido, me dice. La vuelta entera con el susto en el cuerpo. Cuendo llegué al pueblo lo comenté con algunas personas y me dijeron que esa zona linda con el parque nacional repleto de elefantes, pero que dicho parque no tiene vallas, que es normal.

Ayer mismo visitamos otra zona de cascadas y esta vez el susto no tardó en llegar. Unos indios nos comenzaron a hacer gestos y a gritar ¡Go! ¡Go! ¡Go! ¡Go fast! Y salieron corriendo escopetados. Con el corazón en la boca salimos corriendo diciéndonos ¡tío tío que viene un elefante! Hasta que de repente escuchamos un tremendo ¡Booom!...resulta que los cachondos estaban detonando dinamita, no un petardo ni una traca..dinamita. En fin que pasado el susto disfrutamos de un día entre cascadas en un paraje de naturaleza bonita bonita.

La vuelta a casa fue en el ya clásico auto-stop y esta vez unos indios se ofrecieron a llevarnos, pasados unos metros nos pararon nuestros amigos los guardas, que se ve que son como los pimientos del padrón que unos pican y otros non. Esta vez picaban y de lo lindo, y si no que se lo pregunten a la cartera del conductor al que desplumaron sin despeinarse mientras nosotros contemplábamos atónitos la bien conocida mordida. Personalmente no es que tenga nada especial en contra de las fuerzas autoritarias..salvo que me caen gordo. Pero claro cómo te vas a poner a explicarles que en la vida va bien ser un poco más fry, un poco más Philip. J. Fry.


Rishikesh nos ha dejado buenas sensaciones el cuerpo, muchas anécdotas con los macacos y en cuanto al yoga digamos que lo bueno que tiene para nosotros son las vistas, muy buenas por cierto.


 Pero como siempre lo mejor ha sido la gente, y como muestra os dejamos la mirada de esta niña que nos dejó hipnotizados.


Javi


RUMBO A LOS HIMALAYAS.

Nuestra llegada a Agra no fue del todo como esperábamos, llegamos a las 11 de la noche a la estación y los rickshaws que pululaban por la estación no nos daban muy buena espina. A pesar de ello a las 12 pisamos nuestro hostel y eso nos tranquilizó bastante.


Cuando llegamos a esta ciudad nueva, solo habíamos visto como era Delhi, repleta de basura, coches, vacas, cabras, perros, y hasta algún mono. Todo eso nos impactó pero no tenía nada que ver con lo que nos íbamos a encontrar aquí. El primer día decidimos no entrar al Taj Mahal por ser algo tarde y nos dedicamos a pasear por la ciudad, algo más tranquila que Delhi pero no tardaríamos en llevarnos el primer susto. Aquí es lo más normal del mundo sacar a los búfalos, si búfalos ni más ni menos, por mitad de las calles. Hasta aquí todo bien, pero cuando un bicho de este tamaño se asusta con un tuk tuk y sale corriendo desorientado y no tiene nada delante excepto a nosotros, entonces te acongojas, no importa lo súper hombre que te creas. Las risas tras dicho acontecimiento se alargaron toda la tarde. Para brindar, por tener alguna excusa por la que abrir una cerveza, nos fuimos al tejado del hostel con el ukelele bajo el brazo e hicimos lo propio, cosa que atrajo a varios curiosos, entre ellos a los dueños del hostel.




La mañana siguiente entramos al Taj Mahal, pero no sabíamos que iba a ser una visita tan divertida. Nuestras pintas cuando entramos al mausoleo no eran las del típico turista occidental que va vestido de punta en blanco, no. Nosotros, sucios hasta arriba, con los pantalones remangados, las botas colgadas del hombro y el abrigo atado a la cintura cual chaval de colegio fuimos objetos de todas las miradas y risas posibles allí arriba. Ninguna chica guapa nos hacía sombra, ni de lejos. Las fotos fueron una tras otra y hasta a mí me dijeron que me parecía a un dios de allí, aunque no recuerdo ni cual. En fin, como coloquialmente se diría, podemos decir que nos lo pasamos “que te cagas en las bragas”.



Al terminar la visita y atender a los diferentes curiosos, que no fueron pocos, decidimos hacer una visita al templo de los monos, el dios Hanuman, que estaba por la parte de atrás del Taj Mahal y está repleto de simios. El día anterior estuvimos con Dave, un chico de la zona que nos explicó varias cosas sobre el templo, sobre los monos, los búfalos y del mismo Taj. Ese día no nos llevamos la cámara y nos dedicamos a disfrutar el momento, aunque grabar a los monos era casi obligado. El día siguiente nos pusimos en marcha otra vez a visitar a nuestros amigos, pero esta vez llegamos en un momento tenso, y una hembra con la cría nos amenazó y casi nos llevamos un bocado, cosa que no queremos ni en pintura. Con el susto en el cuerpo nos alejamos de allí. Parece que aquí en la India los animales tienen algo contra nosotros, con lo que los queremos.



La odisea no acababa aquí, aún teníamos que comprar los billetes de tren rumbo al norte, concretamente hacia Amritsar, visitar el templo dorado y desde allí ponernos en dirección hacia la cara sur de los Himalayas. Al día siguiente fuimos a Agra Cantt, la estación de tren para comprar un par de billetes clase sleeper hacia Amristar, como ya es común por estos lares, no es raro que alguien se te acerque a ayudar con todas las buenas intenciones para después pedirte algo de dinero o organizarte un viaje en su taxi durante todo el día. A nosotros no nos gusta que nos organicen el viaje, ni siquiera organizarlo nosotros mismos así que declinamos la oferta y aún así le dimos unas 50 rupias, aunque el enfado del colega era intenso y le sentó hasta mal, lo mismo le hubiera gustado más una patada en el culo dada su reacción.

La llegada a la estación el día siguiente fue otra aventura, resulta que los bollos que habíamos comprado para afrontar las 16h de tren que se nos venían encima llamaron la atención de los macacos, y cuando pasamos delante de ellos, echaron a la carrera y me los quitaron de las mismas manos. Nuestra relación con los monos no estaba en su mejor momento, aunque de esta técnica de robo ya nos habían avisado el día anterior. Media hora después nos subimos a un tren que no era el nuestro, y por suerte la gente del interior nos avisó y pudimos bajarnos cuando éste casi estaba en marcha. Dos horas más tarde llegó nuestro tren, con retraso, y allí conocimos a Ramón, un viajero chileno que llevaba 8 meses por el sudeste Asiático y Australia y que también iba en dirección al templo dorado, al día siguiente nos fuimos los tres a ver si podíamos dormir en las cercanías del templo, donde ofrecen alojamiento y comida gratis.


El alojamiento que ofrecían a los extranjeros es diferente al que ofrecen a la gente local. Esto es una pena porque personalmente no me gusta que te traten de una determinada forma solo por verte rasgos occidentales, al fin y al cabo todos somos personas con diferentes rasgos, color de piel y etcétera pero detrás de todo eso no dejamos de ser un saco de huesos y carne con un cerebro que nos permite pensar, a unos más que a otros. El caso es que nos instalamos en una habitación de tres, con un baño compartido para toda la habitación donde había agua caliente, aunque la ducha no era muy moderna y era con palangana, pero la verdad que muy disfrutona. El baño para ir a hacer de vientre si que era compartido con todos los demás, con el detallito de que la puerta tenía una ventana que dejaba la “bonita escena de estar cagando en cuclillas” a ojos de todos los curiosos, incluso si alguno como un servidor ponía un abrigo tapando la ventana.


Cuando estábamos listos fuimos a visitar el templo. Es obligatorio entrar descalzo y limpiarse los pies en una pequeña piscina en la entrada. La religión son los Sikh, una mezcla entre el hindú y el musulmán que surgió hace no mucho pero que la gente se ve muy devota, tanto es esto que el templo está repleto de voluntarios que ayudan a que todo marche correctamente y a poder dar de comer a las casi 60.000 personas que acuden a comer allí diariamente. El servicio de cocina es gratuito y funciona 24 horas al día, cuando entras te dan la bandeja y te sientas en el suelo haciendo una fila y los voluntarios pasan con cubos de lentejas picantes y arroz con leche, además de los rotis y alguna otra cosa que haya en el día, aunque generalmente el menú siempre es el mismo. Después de la comida, que si no te andabas con ojo te echaban 3 platos de cada, había un sitio para tomar un chai calentito. El chai es diferente al que tomábamos en turquía, pues este lleva masala, pimienta, canela, gengibre, azucar, leche, etc. delicioso.


Tras dos días de vacaciones en los que solo comimos, nos pusimos rumbo a Dharamsala, con Dani, un chico catalán de 33 años que comparte ruta con nosotros hasta Nepal. El viaje en el bus local fue muy loco, más de 6 horas dando botes, frenazos, volantazos para esquivar y sortear baches y vehículos que encontrábamos a nuestro paso. La primera visión que tuvimos de los Himalayas nos dejaron boquiabiertos a todos, una pared inmensa blanca se proyectaba a la altura de las nubes, dejando ver el potencial y grandiosidad de esta cordillera del planeta. La sonrisa no se nos borró en los días siguientes y esperábamos ansiosos el amanecer para ver los dos grandes picos que asomaban desde nuestro hotel, Mun un 4600 que visitaríamos al día siguiente y el Dhauladhar Matterhorn de 4964 a su derecha. Un lujo de vistas por las 100 rupias que pagamos por noche, al cambio son 1,20 euros.

Foto robada a Ramón, nuestro amigo el chileno.

Poco tardamos en visitar las tiendas de ropa de montaña, para re-equiparnos para el frío que nos acompañaría durante los siguientes meses. A pesar del miedo que todos nos metían del norte, los dos primeros días paseamos en manga corta bajo un sol abrasador.

El trekking a Triund vino rápido, el segundo día a las 7 de la mañana estábamos saliendo por la puerta en dirección al templo, aunque un poco vagos nosotros acabamos subidos en un taxi para empezar el trek algo más arriba, donde empezaba la senda para la pradera. El camino se hizo disfrutón y tras unas 3 horas ya estábamos alucinando en la praderita de césped al pie de la mole de hielo y roca que se levanta ante todo aquel que dedique unas horas a subir monte arriba. Nos sacamos la foto de rigor con las banderas budistas y el pico a lo lejos, debajo de nuestros pies la neblina era fuerte y no dejaba ver el valle, por lo que parecía que estábamos en un lugar mágico, y realmente lo estábamos. Después de varios meses soñando con los Himalayas por fin podemos disfrutar de su naturaleza y sus gentes.




El pueblo donde nos alojábamos se llama Mcleodganj, a unos 10 kilómetros de Dharamsala y es un refugio de tibetanos y del Dalai Lama. Algo sabíamos de la historia del Tibet y la represión del gobierno chino, pero aquí nos informamos bien de toda la historia y te deja de verdad descolocado. Es increíble como un país ha intentado aniquilar de raíz la historia, cultura y gentes de un territorio, y de como muchos de sus habitantes han tenido que emigrar a los países vecinos. Lo peor de todo no es que el gobierno chino quiera explotar los recursos de esta región, cosa que no está ni bien ni justificado, pero el hecho de intentar eliminar de cuajo y animar a los chinos a vivir en la región para que poco a poco se vaya instaurando la cultura china y poco a poco ir eliminando la historia de un pueblo que data entre los seis mil u ocho mil años de historia es algo que debería estar penado, pero sabiendo lo poderosa que es China, todos miran para otro lado.


Gonz


UN MUNDO NUEVO

En cuanto llegas a India un mundo nuevo te estalla en la cara de sopetón..y lo primero que se te pasa por la cabeza es un ¡Ahí va! Un olor desconocido hasta ahora te envuelve por dentro, todo es diferente, las miradas magnéticas de ojos negros y brillantes, sonrisas que resaltan contrastando con la tez tostada de la gente, los colores de las ropas, de los coches, de la calle..


En cuanto nos subimos al primer autobús por su puesto abollado hasta por dentro y comenzamos a ver las calles de Delhi se te vuelve a pasar por la cabeza otro ¡Ahí va! Esta vez divertido..mientras observas por la ventanilla el verdadero caos de autobuses, tuk tuks, coches, motos y bicicletas bailando entre ellos literalmente por la carretera bajo una banda sonora de miles de claxons sonando a la vez y a destiempo..siempre hay alguno sonando. No comprendemos, no entendemos nada ¿como es posible semejante caos? ¿por que no se chocan? Esto es imposible..

Por fin cuando pusimos los pies en las calles de Delhi y empezamos a recorrerlas se te vuelve a pasar un ahí va.. pero esta vez es un ¡Ahí va la ostia dónde nos hemos metido! Una mezcla de gentes, tuk tuks, carros tirados por bueyes, puestos de frutas, motos con tres, cuatro y hasta cinco personas encima, perros, vacas, bicis, comida, basura, charcos, hogueras por cualquier esquina te dan la bienvenida..bienvenido a la India chaval, ¡espabila!


Enseguida te llevas un golpetazo de realidad..una realidad muy diferente a la que estás acostumbrado aunque supieras de sobra de su existencia..una realidad lamentable, la pobreza te mira a la cara. Familias en la calle, perros famélicos, niños hambrientos.. la dura y cruda cara de la moneda de la verdad. Se te encoje el alma, no comprendes como la humanidad ha permitido que se llegue a esto, te culpas incluso..no es justo, ¿porqué yo he tenido tantas mierdas de comodidades y mil chorradas y este niño no tiene zapatos? Lógicamente no tiene sentido culparse, la culpa es de manos mucho más gordas y ambiciosas y podridas que las nuestras.. Sin embargo pronto te das cuenta de algo, pese a todo esto por algún extraño motivo se respira buen humor en el ambiente..no me atrevería a llamarlo felicidad o quizás si, supongo que cada uno puede ser feliz a su manera y mucha de esta gente parece serlo..pese a vivir en condiciones inimaginables por la mayoría de los occidentales.

Los indios por lo general son gente con una actitud muy positiva, sonríen y si pueden te ayudan. Otros por su puesto intentan sacarte tajada, lógicamente, están sobreviviendo. El caso es que una sensación agridulce te recorre el cuerpo..por un lado la dureza de esta realidad y por otro admiras esa actitud tan positiva y realmente contagiosa.. me imagino mi cara en ese momento con mirada triste y una sonrisa en la cara que India me acaba de contagiar.




Por la calle alucinábamos todo el tiempo, vimos un babuino, un camello y hasta nos ofrecieron pan para alimentar a una vaca que iba paseándose de local en local, pues aquí son sagradas y todo el que puede las alimenta y te las encuentras por la calle como si fuesen gatos. Los niños juegan al Cricket en cualquier explanada y sonrientes te invitan a que juegues con ellos. El primer día me quedé mirando una de las partidas y al rato entable una simpática conversación con los chavales que me insistían en que volviera al día siguiente. Cumpliendo con lo prometido al día siguiente nos plantamos Gon y yo y resulta que era a la fiesta del colegio a lo que nos habían invitado..echamos una mañana llena de risas con los chicos y los profesores del colegio. Después para celebrarlo procedimos a comernos un platazo de pollo al curry..error que pagaríamos bien caro durante los siguientes siete días. Fue una semana de mierda y nunca mejor dicho, nos la pasamos del baño a la cama y de la cama al baño entre sudores y escalofríos. Vamos la semana entera en el trono para que nos entendamos. El día de noche buena parecía que el organismo nos concedía una tregua y pudimos celebrarlo en el tejado del hostel con gente de muchos países..eso sí la birra no quisimos ni mirarla, todo nuestro banquete fueron unos noddles sin ningún tipo de especia..como comer aire con forma de fideo. Aun así los retorcijones volvieron y nuestra rutina de trono también.


Una vez recuperados, como entre apretón y apretón habíamos hecho buenos amigos en la habitación nos fuimos con ellos a hacer algo realmente gratificante. Resulta que nuestros compañeros de habitación eran el Doctor Dan Stanly, mitad indio y mitad kuwait y doctor en médicos sin fronteras, y las señoritas Lisa y Jen, dos austriacas que han montado su propia fundación y su idea es ayudar en guarderías y orfanatos por India, Nepal y alguna otra zona de Asia. Como en ese momento estaban con un proyecto de arreglar una guardería en un barrio de Delhi pudimos ayudar como voluntarios cementando y pintando los muros de la guardería. La experiencia resultó ser tremendamente enriquecedora, el contacto con los niños de aquel barrio, que apenas tienen bienes materiales y que sin embargo sonríen todo el tiempo..igualito que en casa que tenemos de todo y lloriqueamos por nada.. Creo que los alumnos de guardería esos días fuimos nosotros. Acudimos durante tres , Gon cuatro, días a nuestra cita con los muros y el aprendizaje y cada mañana te saludaban Namasté los niños y la gente del barrio y se acercaban a preguntarte tu nombre y a jugar un rato contigo todo el tiempo. Nos invitaban a comer..cuando digo esto me refiero a que se tomaban la molestia de cocinar durante buen parte de la mañana una perola de algo riquísimo para que la disfrutáramos con ellos, y te llenaban el plato cuando terminabas dando por hecho que querías repetir...calentaban chai a cada rato para ofrecernos. Quiero decir, normalmente la gente humilde es la más generosa, pocos tiburones del mundo de los negocios con los bolsillos inflados de pasta me han invitado a comer..y mucho menos se han puesto a cocinar en mi presencia. Admiración pura por las gentes de este país es lo que siento..menuda lección de humildad y generosidad nos ofrecieron con la más sincera de sus sonrisas. Gracias.






El nuevo año vino y lo celebramos en el mismo tejado del hostel, esta vez si que hubo cerveza y algo de tequila recién llegado de México jajaja lanzamos globos de fuego al aire y nos despedimos así de Delhi y de nuestros amigos Dan “el Dr. Stanly”, Lisa y Jen. Ahora nos esperaba Agra y más tarde el norte y tenemos el alma abierta para recibir todo lo que India quiera enseñarnos.

Javi


ESAS COSAS QUE PASAN SIN QUERER

Aún recuerdo hace un par de semanas, en un bar de Estambul, un tipo vasco que dijo que aquella ciudad engancha a uno, que no sabes por qué razón te hace volver. Yo no pude contener una sonrisa y pensar para mis adentros ¿qué clase de loco querría volver aquí?¿qué atractivo ven en este caos? La respuesta a mi pregunta vino de un tipo peludo, miedica y desconfiado, sin casa, con dos enormes ojos azules que hasta deslumbran por el día y un pendiente rojo en la oreja izquierda, como un servidor.


Muchas son las cosas que me han rondado la cabeza antes y durante este viaje, supongo que muchas son típicas en muchos de nosotros, amores dejados, preocupaciones existenciales, etc. y ninguna de ellas me ha hecho plantearme el dilema que hay en mi cabeza. ¿Qué carajo tendrá este perro que me llama a volver, compartir mi vida con el y volver al lugar de donde pensaba que estaba escapando? “Puto perro” como le dije a Javi esa misma tarde cuando nos planteábamos dejar pasar el vuelo a la India y llevármelo conmigo. Por suerte intentamos no tomar decisiones en caliente, sabios nosotros, y aquí en el aeropuerto de Dubai sigo dándole vueltas al asunto. Hay algo en su mirada, en su meneo del rabo cada vez que nos ve, en que nos trate como a uno más. Se que nuestros caminos se van a cruzar antes o después y que voy a hacer todo lo que esté en mi mano para intentar darle la vida que se merece. Hay algo en ese perro que tengo la sensación de que me va a enseñar mucho más que diez vueltas al mundo.

Wiflas en Torre Galata, Estambul.

-Gonz


TURQUÍA, ESTAMBUL Y CAPADOCCIA.

Antes de entrar a la frontera de Europa con Asia, nos esperaban ni más ni menos que 24 horas de autobuses, desde Podgorica (Montenegro) hasta Serbia, una noche en la que apenas dormí una hora, a la mañana siguiente desde Belgrado (Serbia) hasta Sofía (Bulgaria) que se pasó rápido entre lecturas y charlas y por último desde Sofía hasta Estambul, Turquía, en la que pasamos más de tres horas en la frontera.

Llegamos con muchas ganas pero destrozados, ya teníamos apalabrado un couchsurfing con Adrian, un chico australiano que estaba pasando una temporada de aquí para allá y que ofrecía cobijo en su pequeña casa de dos habitaciones. Llegar hasta Taksim fue una locura, una lluvia fortísima nos empapó de arriba a abajo, un taxi nos timó en nuestra cara, y otras historias que nos hicieron retrasarnos más de una hora y media. El tiempo no mejoró en toda la semana, nuestra tarea principal era sacar el visado para la India lo antes posible, pero aún no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Los requisitos que te piden allí son solo unos pocos de los necesarios, tuvimos que repetir toda la aplicación on-line, firmar mil papeles y al final solo conseguimos tres meses de los seis posibles y una entrada al país, todo por poner que Javi es dibujante profesional y que hace películas de dibujos animados. Esto fue un golpe bajo, lo mismo no podíamos entrar a Nepal y era uno de los destinos que más nos llaman de todo este viaje.



En cuatro días visitamos todo aquello típico de Estambul, aunque para nosotros no deja de ser otra gran ciudad donde miles de coches, personas y ruido abundan allá donde vayas. Suerte para nosotros, mi familia venía en un par de semanas y juntos iríamos a Capadoccia, un lugar mágico y de los más bonitos en los que he estado en mi vida. Al llegar en Diciembre casi no había turistas, cosa que agradecimos inmensamente al poder caminar entre los cañones con un silencio absoluto, disfrutando de cada palmo que recorríamos entre pasadizos y cuevas que se presentaban a nuestro paso, la ruta media era de unos 12-14 km al día y alrededor de 6 horas de aquí para allá, subiendo y bajando. El segundo día, cuando descubríamos el Red Valley, un paisano de allí que era sordomudo se empeñó en guiarnos, supongo que para sacarse alguna que otra lira. Al principio no estábamos del todo cómodos porque estábamos muy tranquilos pero después vaya si lo agradecimos.




De vuelta en Estambul era momento de la despedida, un ¡Hasta pronto y que os vaya bien! Mis padres volaban de vuelta a Madrid y nosotros teníamos 3 días para volar hacia la India. De Estambul todo el mundo dice que es una ciudad preciosa y que atrapa, y que te hace volver en algún momento de tu vida, para mi sinceramente no. Dejando a un lado los minaretes que sobresalen por los edificios y las mezquitas que hacen que sea algo diferente a lo que estamos acostumbrados, la ciudad es un sinónimo de estrés, y lo avalan los 15 millones de personas que aquí habitan, ¡con lo agusto que está en el campo! Igual esto es debido a que nos hemos pasado por aquí casi 3 semanas. Sin embargo esta ciudad me ha enseñado algo muy importante, de mano de una niña refugiada que sería de Siria. Estos niños están por todas partes, son objetos que utilizan los padres para pedir por la calle, con ropas rotas, a veces sin calzado o abrigo y van de aquí para allá con la mano pidiendo dinero.

Una tarde cualquiera, salí como suelo hacer para desconectar del mundo a un parque con el ukelele a cuestas. Esta vez sin pedir dinero, para disfrutar yo mismo. Tras un paseito encontré el banco perfecto, y comencé el ritual, un señor se sentó en el banco de al lado y no quitaba ojo a cada acorde que cambiaba y antes de terminar la canción una paloma en un acto de generosidad, me cagó en la cabeza. Por suerte, si había algo de eso, la cagarruta fue pequeña y el daño fue mínimo y el hombre con una sonrisa me invitó a sentarme a su lado para seguir tocando. No hablaba inglés más que alguna palabra típica, por lo que recurrí al lenguaje internacional, la música y entonces parecía estar disfrutando, su mano marcaba el ritmo. Al cabo de dos canciones, los niños se pusieron delante mirando incrédulos y creo que intentando adivinar en que idioma estaba cantando.

La música es un lenguaje que todos hablamos y entendemos, que te hace sentir cosas que no sentirías si te las contasen de otra manera, te cuentan historias y te hacen sentir emociones aunque no entiendas ni una sola palabra de lo que habla la letra, a veces ni tiene letra. La música no está vetada a nadie, mucho menos si está sonando al aire libre, al menos así será la música que yo haga en toda mi vida. Nunca diría que aquella tarde estaba rodeado de mala gente, todo lo contrario, sus gestos hacia mi eran con la mejor intención, su respuesta a ese lenguaje musical era con un lenguaje de sonrisas, que también es universal, incluso más si cabe, pero hubo un gesto que no me gustó nada. Este señor les echó de malas maneras. Bueno no diré de malas maneras, fue aún peor. Aquellos niños no significaban absolutamente nada para él, como si no valiesen más que la cagada de paloma que me cayó en la cabeza. Esto nos pasa a todos nosotros, aunque no queramos reconocerlo, hay gente con la que nos cruzamos todos los días en las que ni te paras a dedicar ni una mirada.

Lo que más me llena de tocar en la calle es justamente eso, las monedas que puedan haber en la funda es secundario. Por supuesto esto ayuda a seguir viajando, pero eso ya depende de la gente que pase por delante o se pare a disfrutar un rato. Tras un rato con Kardash, que así se llamaba el amable señor que presenció el concierto, volvió una de esas niñas de las que he mencionado antes, esta vez me pedía una canción y así procedí. Sus mirada estaba clavada en mis ojos, mientras tocaba unos alegres acordes y cantaba, al tiempo que movía la cabeza de un lado a otro al ritmo de la música y esto hacía que se proyectase en ella una sonrisa tímida. Al terminar sacó unos céntimos de su bolsillo y los echó a la funda y me quedé paralizado, intenté llamarla de vuelta pero hizo caso omiso y levantó el brazo con un gesto de “meh” siguió su camino. Kardash que por supuesto hablaba turco, me ayudó y le consiguió devolver las monedas que había en mi funda. Después de presenciar esto, no se como se me quedó el cuerpo, aprendí algo muy valioso en esta vida, y lo aprendí de una niña que no tendría más de 10 años.
Gon




BOSNIA, FRONTERAS Y UN TROPIEZO EN MONTENEGRO

Nos pusimos en contacto con Miki, hermano mayor de nuestros amigos Nacho y Luis y que lleva unos cinco años viviendo en Mostar, Bosnia. Allí nos esperaba así que ni cortos ni perezosos decidimos plantarnos en Mostar en un bus que salía desde Split esa misma noche.

Al llegar conocimos a Miki..jaja..los que conozcáis a los Olabarri os podéis hacer una idea..Miki es una de esas personas que conoces cada diez años..no hicieron falta palabras cordiales ni conversaciones superfluas antes de ir pillando confianza, su honesta y despreocupada sinceridad bastaba para saber a quién acabábamos de conocer desde el primer minuto. Y nos ofreció su casa siguiendo la filosofía de “estáis en vuestra casa troncos..haced lo que os de la gana y quedaros el tiempo que queráis” La casa está llena de instrumentos y cachibaches varios, en el salón hay un par de pianos y una guitarra eléctrica y por el resto de la casa te vas encontrando guitarrillas por alguna esquina y algún que otro vinilo por el suelo jeje. Pegado a la casa Miki se ha montado un tallercillo donde hace todo tipo de cosillas con madera..nos enseñó varios juguetes y mecanismos ideados por él y hechos en madera que eran un auténtico flipe, la verdad que se respiraba un ambiente inmejorable en casa del Miki!

Lo primero que nos sorprendió de Mostar, aunque suene un poco raro, fue que aun se respira un ambiente de posguerra, la mayoría de las casas están literalmente cosidas a balazos y hay muchísimas estructuras dañadas, la mayoría de sus habitantes vivieron en sus carnes lo que tuvo que ser esa pesadilla..pues la guerra de la antigua Yugoslavia fue hace apenas veinte años.

Sin embargo una vez asimilada esa cara de la verdad empezamos a disfrutar del encanto de esta ciudad, recorrimos entero su casco viejo lleno de callecillas empedradas y casas bajas con techos de piedra, una pasada..atravesamos muchas veces el puente viejo reconstruido sobretodo para ir al perro negro, lugar de cervezas caseras recomendado por Miki. La ciudad tiene una gran influencia Turca y está llena de Mezquitas y todos los días se escucha el cántico de la llamada a la oración. Durante los cánticos, que suenan cinco veces al día parece que estés fuera de Europa..en algún lugar de Oriente..


Entre que el tiempo no acompañaba para el autoestop y que estábamos muy a gusto nos quedamos por allí una semana entera, que aprovechamos también para ayudar un poco en la minirampa que están construyendo Miki y compañía..no pudimos patinarla porque el cemento estaba fresco pero pudimos manipular ese cemento dándole forma a uno de los quarters. No existe ninguna rampa para patinar en Mostar, así que esta será un clásico para las siguientes generaciones!


Llegó el sol y nos lanzamos a la carretera, varios coches nos fueron dejando cerca de la frontera con Croacia, volvíamos a Croacia pero esta vez al sur, queríamos ver Dubrovnik. Pasamos una noche cerca de la frontera con unos Suecos que andaban viajando en bici y que nos cruzamos en la carretera, juntos montamos otro de nuestros “barrios” en un bosque.


Al día siguiente entramos en Croacia a pie, pero aun nos quedaban dos fronteras por delante ya que para llegar a Dubrovnik es necesario volver a pisar Bosnia para luego volver a pisar Croacia. El problema vino en la última frontera con Croacia que cruzamos a pie una vez mas, los amables policías insistían en que les diéramos las drogas que llevábamos encima..que por supuesto solo existían en su imaginación. Les dijimos unas veinte veces que no teníamos ninguna sustancia ilegal encima..pero ciegos, se dejaban llevar por sus prejuicios y mirándonos por encima del hombro nos amenazaron con calabozos y una maquina que detectaba de todo y que pensaban usarla después de revisar como sabuesos nuestras mochilas..así pues con la sonrisa que se te queda cuando te tratan como a un imbécil vaciamos todas nuestras pertenencias en sus narices, explicando que era cada cosa y para que servía. No contentos con meter las narices hasta en los calcetines sucios trajeron la misteriosa maquinita y la pasaron por todas partes. El policía quiso jugar su última carta y lanzó un farol haciendo pitar la maquinita encima de una de mis cosas, me miró y me dijo ha pitado, a lo que yo le contesté muy bien ¿y eso que significa?...se quedó un rato pensativo y con cara de pocos amigos dijo “sois libres”.

Entramos en Croacia un poco rebotados por lo ocurrido pero se nos pasó pronto, pues a pocos metros de la frontera nos paró Maro con su coche, tras un rato de charla nos contó que era jugador profesional de baloncesto, juega en el equipo de Dubrovnik y en la selección croata. Fué un trayecto divertido y entre bromas hasta la ciudad.

Dubrovnik impresiona, el casco antiguo está amurallado y pegado al mar..está muy bien, pero para nuestro gusto no es para estar más de dos días. Precios caros, muchísimo turista y poca vidilla como tal. Allí nos encontramos de nuevo con los Suecos y esa noche compartimos techo en un monasterio, diluviaba y tronaba..el ambiente era como épico jajaja


Al día siguiente el sol pegaba fuerte y decidimos al instante que nos íbamos a Montenegro, aunque en realidad fuimos a caer 10 km mas adelante, en Kupari. Pronto encontramos un buen lugar para dormir pegado a un resort de lujo abandonado a día de hoy y qué fue construido en los años 20 para los ricos y políticos de entonces. El tiempo por allí pasó sin precedentes hasta que un día vimos dos delfines en la costa, a unos 20 metros. Los avistó Gon mientras se bañaba y a gritos me llamó para verlos, salí disparado y los vimos asomarse justo delante nuestro una vez..nos quedamos mirando el mar media hora más y ya no volvieron a salir.


Tras una granizada de las gordas nos pusimos rumbo a Montenegro, nos subimos en varios coches entre ellos un cuatro latas..no nos lo creíamos, ¡un cuatro latas de los de toda la vida! Jejej y nos llevó a 1 km de la frontera. La sorpresa vino cuando dijimos bueno esperamos veinte coches y si no nos para ninguno hacemos la frontera a pie..y en el coche diez nos gritan algo por la ventanilla y frenan..nos quedamos mirando y vimos que se trataba de Maro, el jugador de basket! Corrimos al coche y fuimos con ellos al país vecino.

La entrada en Montenegro la celebramos con una comilona de las buenas, dos perritos por barba y una pizza para compartir por favor. Con la tripa llena nos movimos para montar las tiendas en una ladera de hierbas altas y que estaban plagadas de arañas, pequeñas y grandes. Al despertar fuimos en bus hasta Kotor y subimos por la muralla, que hasta ahora es la más bestia que hemos visto nunca, la ladera que cubre es muy vertical y la muralla sube la ladera haciendo eses y zetas para ir salvando el desnivel..las vistas desde arriba merecen las piernas.




De Kotor nos fuimos a Podgorica, una ciudad bastante grande donde pasamos menos de 24 horas. Llegamos de noche y buscamos el hostel más barato, sin saber lo que se nos venía encima..Andamos cerca de una hora callejeando por los extrarradios y de camino nos encontramos un contenedor en llamas en mitad de la nada, menudo panorama. Al llegar al hostel nos trataron muy bien, pero por la mañana otro gallo cantaría. Ya nos habíamos ido de allí cuando me acordé que me había dejado en la habitación mi porta documentos, con el pasaporte y todas las cosas importantes dentro, Gon se quedó con las mochilas esperándome y yo volví rápidamente para recuperarlo. Al llegar resulta que me querían cobrar 10 euros por un tarro de jabón que se había roto esa noche, como no me parecía bien y además no tenía dinero encima mi negativa era firme. Entramos en una discusión absurda por el tarro del jabón que yo estaba seguro que en el super cuesta 3 euros, al comprender que no iba a cambiar de parecer intentó quedarse con el porta documentos, pero al verle las intenciones con un hábil movimiento lo enganché y me lo guardé detrás de la espalda, él reaccionó como una mala bestia y me empujó contra la pared, fueron unos momentos de tensión en los que me gritaba de todo en serbio y me empujaba contra la barandilla de una escalera, uno de los empujones casi me tira escaleras abajo..y fui bajando poco a poco sin atreverme a darle la espalda al tipo que venía detrás rezando en serbio, además era gigante, una mano suya era como mi cabeza..por un momento pensé que me iba a ir aún más calentito, pero me dejó en paz y se metió en casa. Con el susto en el cuerpo volví para contarle a Gon lo que había pasado y bromeando acerca del tema acabamos echándonos unas buenas risas. Se ve que la sonrisa no nos la borran ni a malas formas!

Javi "Sr. Name"


CROACIA: DE NORTE A SUR

Con las mochilas cargadas, no nos quedaba otra que andar a las afueras de la ciudad para así abandonar Slovenia. Siguiendo el río y con ayuda de la gente de allí dimos con la carretera que nos llevaría a Croacia, y la verdad que fue bastante rápido, bastaron 3 minutos cuando apareció Costa, un viajero experimentado que nos recogió y nos llevó hasta el centro de Zagreb. Durante este trayecto hablamos de muchas cosas, sobre todo de nuestros sueños pendientes y que estábamos haciendo para conseguirlos, en nuestro caso, Tierra a la vista. Intercambiamos nuestros datos para seguir en contacto y otra vez cada uno siguió por su lado.



En Zagreb pasamos casi una semana, debido al mal tiempo y a que la ciudad de alguna forma nos enganchó. Conocimos a varios “surfers” que también estaban alojándose en la casa y hasta recibimos alguna visita. Durante este periodo nos dedicamos a dormir y a comer algo en exceso, pues llevábamos varios días arrastrando cansancio. Los días pasaban y el cielo seguía gris y con gotas incesantes, y cuando por fin se abrió un claro, sin dudar nos lanzamos de nuevo a la carretera, esta vez en dirección al parque natural Plitvicka Jezera, a unos 150 km de la ciudad, que pudimos recorrer en dos días. Entre medias tuvimos que hacer noche en Karlovac, donde montamos un “barrio” curioso al lado de una granja y que nos despertó un caballo de buena mañana.

Al día siguiente, pasamos bastante miedo con el conductor que nos recogió, y digo esto porque ir a 150 km/h en carreteras de 80 no es del todo seguro, y menos si se te nota la fatiga en el cuerpo. Aparte de este contratiempo, no hablábamos ningún idioma en común y casi no puedes comunicarte, haciendo el trayecto un poco aburrido debido a los momentos que vas callado.


Cuando por fin vimos a lo lejos las cascadas, nuestras caras de asombro no cesaron hasta pasadas unas horas. Multitud de cascadas de todos los tipos allá donde mires, rodeado de un paisaje frondoso y verde. Lo único malo que pudimos sacar de todo esto es el cómo tienen montado el parque, lleno de pasarelas y esto le quita bastante magia al asunto, pero bueno, tampoco estábamos en disposición de quejarnos, pues el guarda de la taquilla nos invitó a asomarnos al parque sin pagar un duro, debido a las grandes inundaciones que había. Allí estábamos los dos, con los macutos a la espalda recorriendo todo el parque, alucinando a cada paso que dábamos. Ese día entramos algo tarde y nos quedaron apenas 4 horas de luz, y como no teníamos donde dormir, decidimos plantar otro “barrio”, como nos gusta llamarlo a nosotros, a pie de lago, enfrente de unas cascadas. El lugar era mágico, lo único que nos pelamos de frío por la noche. Como no queríamos que nos pillaran durmiendo ahí dentro, a las 6 am teníamos todo desmontado y esperamos pacientemente para poder tomarnos un café calentito en el bar, y seguir viendo lo que nos faltaba por la parte de arriba.



A medio día salimos del parque con intención de llegar a Split, pero no hubo suerte y nos tocó hacer noche otra vez por la zona, esta vez fuera del parque y en un spot bastante otoñal, el sitio nos fascinó. Sin quererlo, al día siguiente dimos con un coche que iba a Zadar, una ciudad costera a unos 150 km de Split, y otra vez esta pequeña ciudad nos tomó presos durante una semana. El casco antiguo de la ciudad es bastante bonito, calles estrechas y sin coches, una maravilla. Nos pasamos la semana dedicándole al ukelele una media de dos horas al día, y hasta la gente nos reconocía por haber salido en la sección de fotos de un periódico on-line de la ciudad. El tiempo nos acompañó durante esta semana, sol y alrededor de 23 grados, por lo que nos pasamos mucho tiempo sentados en el órgano marino que hay allí y en diversos muelles. Nuestra estancia durante las noches fue en un parque al lado de la playa, un sitio muy tranquilo.

Cuando decidimos por fin salir dirección Split, que llevábamos buscando hace una semana y media, no fue nada fácil, pues al menos 5 horas de autostop pasamos en la última gasolinera antes de la autopista, pero al final unos chicos nos acercaron a mitad de camino hasta una ciudad llamada Sibenik, como a unos 70 km de Split. Como ya es frecuente, buscamos un bar para mirar la previsión y de paso tomarnos una cerveza, y entre unas cosas y otras acabé dando un mini concierto con el ukelele en aquel bar, aunque desgraciadamente no sirvió para que nos invitasen a la siguiente ronda.


La mañana siguiente, entramos como sardinas enlatadas en un fiat 600 por unos 30 km de trayecto, sin duda fue la mejor experiencia que hemos tenido haciendo auto-stop. Después de aquello, a día 2 de Noviembre no nos quedó otra que pegarnos un chapuzón en el Adriático, un mar de aguas cristalinas. Por cosas del destino, nuestro conductor nos invitó a pasar a su casa, donde compartimos algo de almorzar y un poco de vino blanco de la zona. La noche se nos echó encima y como la cosa iba de acampar, pues ni cortos ni perezosos montamos las tiendas en un camping en obras, donde el dueño nos dejó amablemente dormir sin pagar un duro y disfrutamos de un atardecer mágico. Nuestro camino a Split estaba siendo lento, pero avanzamos poco a poco, y ya al día siguiente pudimos pasear por sus calles.



"Sr. Gonz"


VENECIA, ÚLTIMA PARADA EN ITALIA. LJUBLJANA ,PRIMERA EN SLOVENIA


Nos plantamos en Venecia una tarde de lluvia y riadas de gente, por lo visto era el primer día de lluvia desde antes del verano, lo de las riadas de gente sin embargo debe ser algo constante.. Dimos con una tienda que nos guardaban los macutos hasta el día siguiente, así que pillamos solo lo imprescindible, el saco, la esterilla, la bota y nos pusimos a recorrer la nocturnidad Veneciana. Por mucha gente que haya ese lugar no pierde su encanto..Venecia es preciosa la mires por donde la mires. En mi caso era la segunda vez que la visitaba y las sensaciones fueron las mismas, asombro y admiración. La magia de una ciudad sin coches, con sus canales de agua y callejones, las casas con sus fachadas tocando el agua y todo lleno de obras de arte desde cualquier esquina hasta la plaza de San Marco.

 

Tras un rato pateando los callejones, decidimos darle muerte a la bota en un muelle cerca de la plaza de San Marco. Tras unos cuantos tragos y el continuo vaivén del muelle las risas se convirtieron en carcajadas..y quizás por eso de que las risas se contagian, un barco que nos pasaba en ese momento por al lado lleno de gente celebrando algo, maniobró se acercó a nosotros y el patrón nos preguntó:
-¿Vais a alguna parte?
-Eh...bueno, en principio a la estación de tren, para dormir y eso.
-¡Subid a bordo!
Incrédulos pusimos el primer pie en un barco lleno de gente y música a todo trapo, y casi antes de poner el segundo pie nos estaban regalando dos botellas de Champán (der güeno). El resto ya os lo podéis imaginar..el caso es que acabamos durmiendo esa noche en un barco en lugar de hacerlo en una estación.

Al día siguiente la tierra firme se nos movía para todos lados...suponemos que por dormir con el bailoteo de las olas jej y como el hambre apretaba decidimos despedirnos de Venecia y de Italia dándonos el mejor de los caprichos ¡una pizza de anchoas! .. y menuda pizza de anchoas nos apretamos..una vez con la tripa llena abandonamos la idea de marcharnos de Venecia ese día y decidimos con una sonrisa de oreja a oreja que nos quedábamos un día mas. Pasamos la mayor parte del día tumbados en otro muelle y la noche la pasamos en el interior del antiguo mercado veneciano, es un planazo dormir en un sitio en el que han tenido que pasar tantas cosas..en los mercados siempre pasa de todo, o al menos eso nos gustaba pensar justo antes de quedarnos dormidos.

Nos despertamos con energías renovadas y nos propusimos cruzar a Slovenia ese mismo día. El tren nos dejó en Trieste, el pueblo Italiano más pegado a Slovenia, y de ahí entramos al país vecino haciendo autoestop. Esa noche nos tocó dormir en una gasolinera y además llovía, pero estábamos en Slovenia!

En cuanto amaneció el autoestop nos sonreía y nos plantamos en Ljubljana antes del medio día. Tuvimos tiempo de sobra para premiarnos con una cerveza, visitar Metelkova y después encontrar un buen lugar donde dormir “el Sax Hostel” llevábamos varios días sin dormir en cama y la verdad que nos hacía falta..creo que esa noche dormimos unas once horas del tirón.

Ljubljana está muy bien, es pequeñajo y bonito, tiene un río que atraviesa la ciudad y un castillo en lo alto desde donde puedes ver todo y está rodeado de mogollón de monte frondoso. El ambiente es divertido, es una ciudad llena de estudiantes y conocimos a mucha gente. En total estuvimos cuatro días por allí, los tres primeros en el hostel y el último en casa de Tadej, nuestra primera experiencia en couchsurfing! Estuvo genial, Tadej nos ofreció su casa como si fuéramos sus invitados de honor jej, estuvimos tocando la guitarra gran parte de la noche y por la mañana nos despertó con huevos fritos para desayunar!! Brutal! Por supuesto le dejamos algún que otro dibujo por la casa a modo de agradecimiento jaja

 


Javi."Sr.Name"

MARSELLA, SEGUIMOS COMO LOS CARACOLES. 


La aventura ha cambiado completamente, perseguimos el mismo sueño pero todo se desarrolla de otra manera. Allí en la cuneta de una errónea carretera esperábamos Javi y yo (Gon) con los pesados macutos a nuestros pies esperando a ver si alguien responde a la llamada del pulgar. Por suerte, Joan seguía aparcado con su furgoneta tomándose un café y disfrutando de las vistas, y con una sonrisa en la cara se ofreció a  llevarnos hasta la auto-pista a ver si nos sonríe la suerte y llegamos a Niza esa misma tarde. Todo se hacía un poco extraño, pasamos de tener una furgo a pararlas, de poder decidir donde ir a tener que adaptarse a cualquier conductor, de ser tres a tener un gran vacío  que intentábamos cubrir con la mochila.  Las ganas de continuar y de intentar pasar a Italia eran tan grandes que eclipsaban cualquier otra cosa, y tras pasar unas horas en la entrada de la auto-pista sin éxito, acabamos cogiendo un autobús hacia Niza, fuera como fuese queríamos salir de Marsella y así a las 8 de la tarde conseguimos plantarnos en el paseo marítimo, lleno de casinos, hoteles y edificios que parecían palacetes. Esa noche habíamos reservado cama en un lujoso hotel de mil estrellas, la playa. Después de una cena contundente sacamos la esterilla y el saco y nos echamos a dormir, rodeados de alguna tímida rata que salía a pasear de vez en cuando.

Ya por la mañana, nos comimos una fabada para desayunar, alguno pensará que puede ser un poco agresivo pero la verdad que nos sentó bastante bien. Con la lluvia tocando la puerta, pusimos rumbo a ver un poco el centro de la ciudad, buscar un punto de wifi y empezar a escribir a couchsurfers a ver si podían hospedarnos. Sin mucho éxito, volvimos a la carretera, pasando por Mónaco y sus famosos pianos que vimos desde la ventana y acabamos en Mentón, el último pueblo francés antes de poner pie en el país vecino. A las 6 de la tarde nos subimos a un tren y acabamos en Ventimiglia, ya en Italia y fue donde pasamos una noche un poco accidentada, y digo esto porque a las 3 de la mañana comenzó a llover a cántaros y no nos dio tiempo a poner las tiendas, así que con todo empapado buscamos un techo donde pasar el resto de la noche, en vela. Al día siguiente intentamos llegar a Génova, de una forma no muy correcta usando el tren, pero la suerte no estuvo de nuestro lado, y a 50 Km en San Remo el revisor nos invitó a abandonar el vagón. Ese día el auto-stop estaba de capa caída y en más de 5 horas ningún conductor quiso subirnos a bordo de su auto, y volvimos a usar la misma técnica de la mañana, aunque esta vez el revisor se dejó ver y nos dio tiempo a bajar en un pueblo turístico, Diano de Marina. Esa tarde el sol brillaba con fuerza y la temperatura rondaba los 27 grados, por lo que fue la excusa perfecta para ir a la playa y secar toda la ropa húmeda y de paso pegarnos un chapuzón. 


Milán era nuestro destino y allí llegamos tras un largo y gris día, por fin buscamos un hostal y dormiríamos en una cama, aunque todo se puso cuesta arriba. Conseguimos dejar las mochilas en un bar y dar un paseo por la ciudad, ver los monumentos, callejear y en definitiva hacer tiempo para llegar a nuestro "hogar" bajo el toldo de un bar, pegado a donde guardábamos nuestros "caparazones". La verdad que cuando no tienes sitio para dormir en una ciudad y no te quieres gastar ni un centavo, la cosa se complica un poco, por nuestra parte preferimos evitar las grandes ciudades por la noche y dormir en algún bosque con la tienda de campaña, pero a veces no se tiene todo lo que se quiere y hay que apechugar con las decisiones, la nuestra, dormir a la intemperie. Lo bueno es que aunque lo pasemos mal, la sonrisa no se nos borra nunca de la cara y eso dan ganas de seguir y seguir, ahora nuestro objetivo estaba en Venecia, aunque para ello tuvimos que hacer una paradita en Verona, y esta vez por fin dormiríamos en un hostal y nos pegaríamos una buena ducha. La ciudad de Verona nos gustó bastante, además fue en la primera ciudad que nos lanzamos con el ukelele y algunos dibujos a ver si sonaba la flauta y vaya si sonó, en dos días tuvimos dinero suficiente para subsistir la siguiente semana entera y aún pagando dos noches de hostal, un lujo. La sensación de estar cantando en la calle consigue dibujar sonrisas en la gente, y eso además de sacar algo para el día a día, te alegra la mañana, y la gente se porta muy bien contigo, se paran a preguntarte sobre el viaje y demás y hasta algunos se sacan fotos contigo. Desde Verona queremos agradecer a esta familia toda su simpatía y apoyo que nos brindaron! 


"Sr.Gonz"


LA CRÓNICA MAS LARGA...
LA VENDIMIA,CACHARROS SOBRE RUEDAS, FUTURAMA Y ESAS COSAS QUE PASAN

Viajar es fácil. Hasta cierto punto eso es verdad. Si uno tiene ganas lo único que tiene que hacer es poner un pie delante del otro y seguir adelante. Tierra a la vista en cambio, no es tan fácil y es algo de lo que me ha costado darme cuenta. Un proyecto de tal magnitud requiere de una preparación y una determinación absoluta… o bueno… esa es mi opinión. Los días en los que sucede lo que relato en esta entrada han sido quizás los más duros que he vivido desde que decidimos emprender este proyecto.



Yo creo que ninguno de nosotros puede describir nuestra experiencia en la vendimia como mala. Vale si, ha sido duro. Había que madrugar muchísimo y los minutos se volvían incontables en el reloj de lo largas que se hacían las horas cuando te dolía la espalda, sobre todo durante los primeros días. Pero en el tiempo que he pasado en Maury vendimiando he tenido la oportunidad de sentir en mi cuerpo lo que significa trabajar en el campo y lo duro que es, además de comprender un poco mejor ese estilo de vida a través de las palabras de algunas de las personas que hemos conocido en esos días. Gracias François, que era nuestro patrón, por los buenos ratos y la confianza que nos brindaste desde el primer día, nos hubiera gustado pasar más tiempo allí y terminar la recogida contigo y con tu familia. Gracias Vicente, nuestro compañero de doblar el lomo, por enseñarnos un par de cosas sobre la vida tan solo por el hecho de conocerte. Y gracias Juanico, otro compi, por hacer que estuviésemos rotos de risa todo el rato. Todas estas cosas y algunas más hacen que si tuviera que describir mi paso por Maury y la vendimia en un frase lo hiciera como: Una buenísima experiencia y una lección de vida. Aunque más allá de que la experiencia fuera enriquecedora para mí y mis compañeros, por una serie de diversas fatalidades del destino, el asunto llegó a ser casi fulminante para nuestro proyecto, ¡y eso que todavía estábamos en Francia!



Para empezar somos tres personas que tenemos que convivir en un espacio muy pequeño y bueno, tal y como nuestro amigo Jorge Sierra nos advirtió, la convivencia es difícil y van a surgir roces. No se hace más fácil ese tema cuando estamos cansados, con dolor de espalda, sucios y oliendo a vino rancio sin la posibilidad de darse una ducha en condiciones durante días. A eso se le sumó que fuimos a Cervera para bucear en una reserva marina y darnos un descanso, allí la furgoneta tuvo una avería que nos obligó a abandonarla a unos 100 km de donde estábamos afincados y hacer autoestop de vuelta para poder trabajar al día siguiente. Después de trabajar por la mañana emprendimos una mini aventura en autoestop para recuperar la furgo, apañando nosotros mismos la pieza rota y trayéndola de vuelta. Para colmo la avería resultó ser mucho más grave de lo que en un principio parecía y nos quedamos, por así decirlo, con una pata coja. Andaba, pero sabíamos que no daría la vuelta al mundo en ese estado a menos de que nos gastáramos un dineral en arreglarla. Tal sucesión de eventos junto con que por culpa de las lluvias el dinero de la vendimia no llegaba y que el otoño se echaba encima, hizo que nos paráramos a echar cuentas, tanto de tiempo como de dinero. Estaba claro que el proyecto necesitaba de una reorganización logística. Por un momento cada uno de los tres pensaba una cosa y no había unanimidad. Todo se tambaleaba.



Casi todo un año dando forma a un sueño, porque Tierra a la Vista es un sueño. Un sueño en el que cuatro piratas avistaban una y otra vez tierras lejanas y bajaban del barco a explorarlas. Y bueno, las circunstancias de la vida… la sociedad en la que aquellos inadaptados que se molestan en soñar y no a resignarse se encuentran las trabas de toda norma, las cuales en principio están hechas para su seguridad y bienestar, jaja… EL DINERO…siempre el dinero. Un sueño que se desmorona, la sensación es horrible. Tenía pinta de ser uno de esos duros golpes que recibe todo el mundo en la vida al menos una vez, como cuando te rompen el corazón por primera vez, o se te ve va un ser querido. En esos momentos en los que se te cae el mundo y todo el mundo te dice: No eres el primero al que le pasa y no serás el último, la vida sigue. Tienen razón, la vida sigue y siempre seguirá y nuevos proyectos surgirán, la vida está para el que la agarra y decide exprimirla y supongo que fue por eso que nos negamos a aceptar así como así la situación.

Quizás fue de manera un poco inconsciente pero decidimos dejar la vendimia y salir a viajar, a descubrir tierras extrañas y escalarlas, patinarlas o bucearlas, que era a lo que habíamos salido desde un principio. Cogimos nuestras cosas y a los pocos kilómetros de salir de Perpiñán la furgo nos quiso recordar que andaba coja, y que así no seguiría a ninguna parte. La avería era más seria de lo que creíamos asique decidimos dar un paso atrás y dirigirnos a casa de Jacob en Arenys de Mar que andaría a unos 150km o así. Allí podríamos arreglarla tranquilos y con garantías, además en Francia nos iban a a sangrar. La pena fue que nunca llegamos ya que la pobre sólo pudo llegar a la altura de Figueras y ni un kilómetro más. Allí por suerte encontramos un taller y a Jordi, uno de los dueños, que al menos nos ayudó con lo que parecía la imposible tarea de desmontar la pieza entera para así poder sustituir la pieza rota (una polea que hace de guía a la correa de servicio). Conseguimos arreglarla pero nos íbamos con nueva información que aunque no era del todo nueva, en ese momento ya estaba claro. Quizás por culpa de la avería anterior el cigüeñal andaba tocado, baila demasiado y no nos daba confianza.
Con la furgo en ese estado cada ruido o cada movimiento del motor un poco más brusco de lo normal nos hacían resoplar y sudar de miedo. Cada poco rato alguno de los tres bajaba la música y les pedía a los demás que no hicieran ruido, tres tontos intentando descifrar un ruidito nuevo o incluso inexistente, pero la psicosis estaba ya a un nivel tan alto que como digo, la sudábamos por los poros de la piel. Llegamos a Marsella y por un día fuimos felices. Patinado en el skatepark que está al lado de la playa pasamos el día, luego nos bañamos en el mar y nos dimos un agua en las duchas de la playa. El sitio en verdad era perfecto para pasar unos días, y eso que habíamos oído mil cosas poco alentadoras de aquel lugar. En cualquier caso, fuera lo que fuera que Marsella tuviera de malo, no era en esa parte de la ciudad. Nos dimos una vuelta por los alrededores y andamos por el paseo marítimo.



Al final tuvo que llegar el momento de afrontar la situación. La furgo está coja y necesita de arreglos, los cuales no sabíamos cuánto iban a costar, ya nos habíamos gastado demasiado dinero y ahora los gastos no eran entre cuatro si no entre tres… y además el invierno se nos echaba encima. Y aunque menos importante pero también a tomar en cuenta en mi caso fue que escalando me dañé un tendón de un dedo de la mano izquierda y voy a estar inhabilitado para escalar y etc por un mes más o menos. Hubo discordia de nuevo sobre qué hacer, lamentos por la mala suerte que habíamos tenido y maldiciones sobre el tiempo, el Carnet de Passage que nos supondría un gran desembolso al llegar a Irán y hasta sobre la vendimia. Al final las posibilidades que quedaron como posibles eran: Por un lado volver y reorganizar el viaje, hacer más dinero y mejores contactos hasta Abril y salir con la primavera, y por otro, vender la furgoneta y seguir en autoestop la misma ruta. Gonzalo y Javier decidieron seguir, yo en cambio no quería abandonar la idea de un Tierra a la Vista con Mun y haciendo todas esas cosas que queríamos hacer. Con la decisión tomada y muchas dudas sobre ello compartimos unos momentos de estar juntos, pegarnos una buena comida en un lugar bonito disfrutando de la guitarra de Gon y un par de capítulos de Futurama . Y así al día siguiente con lágrimas en los ojos de todos me despedí de mis compañeros con la promesa de que les cogería por el camino. Asique es desde aquí, desde Madrid sentado en mi cuarto que escribo esta entrada después de haber tenido algún que otro contratiempo en el camino de vuelta por culpa de la pobre furgo, que sí que anda coja de verdad y lo ha dejado claro durante la casi semana entera que me ha costado volver desde Marsella.




La cosa ha quedado así, pero por la misma razón que anteriormente decidimos seguir viajando, no queremos ver morir este proyecto y de hecho os aseguro a todos que no ha muerto. Gonzalo y Javier siguen adelante, hoy mismo me han dicho que están en Eslovenia y que pronto subirán algunas de las aventuras que han vivido mientras cruzaban el norte de Italia. Ya veréis que tenéis grandes y divertidas noticias de ellos continuamente. Yo por mi parte iré al fisio a que me arreglen el dedo y comenzare desde ya mismo a escalar y reorganizar de alguna manera el viaje para que como sea, en furgo, a pie o con triciclo este proyecto avance y podáis ver nuestras aventuras alrededor del mundo. Porque Tierra a la Vista, como ya he dicho es un sueño, y a veces los sueños son más grandes que aquellos mismos que lo soñaron, tal y como sucede en este caso. ¡Os queda Tierra a la vista para rato!


"Sr.David"

 PRIMER CONTACTO CON LA UVA



Con todo el material ya en cubierta y Javi al timón de MUN, emprendimos el viaje a Perpignan, algo más de dos horas atravesado un sinfín de paisajes entre montañas que nos brindaba un pequeño puerto, que descendimos despacito y en el que hizo que  más de uno que nos seguía perdiese un poco los nervios. Una vez en la ciudad, no fue difícil encontrar un sitio para dormir, al lado de otros viajeros, que más adelante estrecharíamos nuestra relación.

Esa misma noche, en la plaza del centro, había una proyección de fotos y multitud de gente, gente muy variopinta, desde señores mayores sentados en terrazas que no parecían baratas hasta gente como nosotros, que con poco presupuesto buscábamos algo parecido a un chino para comprar alguna cerveza. No fue hasta la mañana siguiente cuando por fin pudimos contactar con “Piñe”, un amigo de Javi que lleva algo más de 4 meses por aquí por Francia trabajando y que estaba acampado en un pueblo a quince minutos de Perpignan, Estagel, en la que nos quedamos un par de días a ver si encontrábamos algo de trabajo en la vendimia. La afluencia de españoles a Francia para trabajar es bastante grande, casi podría afirmar que más de la mitad de los currantes son españoles, y de ellos la mitad canarios. Si no habéis estado por aquí sobre estas fechas, os sorprendería la cantidad de campamentos que hay montados por todos sitios, allá donde vayas siempre verás una tienda de campaña o una furgoneta.

Con unos cuantos sitios apuntados, nombres de patrones y demás,  gracias a la ayuda de la gente de aquí, y sobre todo nombrar a Raúl, el lunes 8 de septiembre salimos directos hacia la cooperativa de Maury, un pueblecito al lado de Estagel, a ver si con suerte encontrábamos algo. A pesar de que todo el mundo nos pintaba la situación como algo difícil, no bastaron 15 minutos para conseguir nuestro objetivo, François, el primer patrón que llegó nos dijo que tenía trabajo para nosotros, ya que su equipo de todos los años le había fallado. Los tres nos quedamos incrédulos ante la situación, reinaba en nosotros una sensación de alegría, felicidad y cualquier sentimiento que se le pareciese, aunque duraría hasta el medio día del miércoles, que terminamos nuestra jornada destrozados. Además del trabajo, nos han cedido un terreno para acampar y una vieja caravana.


Si no habéis trabajado nunca en la vendimia, sinceramente no os lo recomiendo, es tan duro como lo pintan. Nuestra jornada empieza a las 7:15, nos meten en unan furgoneta de carga y nos llevan a oscuras a la viña que nos toque, y una vez allí bajamos de la furgoneta y en menos de 5 minutos ya estamos todos agachados recogiendo las uvas. El descanso es a las 12:30 y la vuelta al trabajo empieza a la 13,30 con el sol arriba pegando bien fuerte hasta las 16:00 que acabamos, el calor es inhumano, aunque no nos queda otra si queremos que este proyecto siga adelante. De todas formas tenemos un río en Tautavel, a 15 minutos que resucita a cualquiera y que sirve para desconectar de las viñas después de la jornada laboral.

Hoy sábado día 13 de Septiembre, estoy escribiendo esta entrada desde Banyuls sur mer, ya que hemos aprovechado el fin de semana para escaparnos y visitar una reserva marina para hacer snorkel y ver un poco de mar. Hemos pasado la noche al borde de un acantilado y de momento es el sitio más bonito donde hemos dormido. Nos quedan dos días más para relajarnos antes de volver a calzarnos la faja, la verdad que los tres estamos deseando que estas 3 semanas que vienen por delante se pasen todo lo rápido posible. Un saludo desde este mágico lugar.




"Sr.Gonz"


¡DESPEDIDA EN ARENYS,TIERRA A LA VISTA LEVA ANCLAS!

Una vez con la furgoneta terminada y lista para ser ocupada solo nos quedó despedirnos de la que ha sido nuestra familia en Arenys y Canet, los Serrat y los Romero. No tenemos palabras suficientes para agradeceros la paciencia y todo lo que habéis hecho por nosotros esas tres semanas, seguro algún día os lo podremos compensar. El lunes 1 de septiembre cogimos nuestros bártulos, que no eran pocos, y pasamos nuestra primera noche en la furgoneta a la orilla de una playa en Canet de mar. Al día siguiente visitamos a Alain de Gran Oceà en Sabadell para recoger las cámaras de acción que nos ha mandado Intova para que grabemos sin parar todas nuestras aventuras.

Hasta ese momento Tierra a la Vista había sido un sueño por llegar, pero ahí cambio la historia. A medida que nos alejábamos de Sabadell y nos acercábamos a los pirineos el paisaje iba cambiando, cada vez se veían menos carreteras y menos coches, y cada vez las montañas se levantaban más altas e imponentes a los pies del que es y será nuestro vehículo y hogar quizás para los próximos años. Hasta el ambiente en el habitáculo de la furgoneta cambió. Ya no hablábamos, solo mirábamos el paisaje y de vez en cuando alguien decía “mira eso” o “mira aquello”. Yo creo que todos nos metimos de lleno en nuestros pensamientos, asimilando lo que se nos venía por delante y aceptando que por fin decíamos adiós. Yo por mi parte tuve un reguero de sentimientos encontrados, nostalgia y rabia por los recuerdos de un pasado ya lejano, también tristeza y cierto miedo por esas cosas que dejas atrás y sabes que ya nunca volverán y por esas otras que no sabes si recuperaras si algún día vuelves. Supongo que son los sentimientos de todo viajero. Dentro de ese torbellino de recuerdos y pensamientos por fin pasó ese momento clave, tuve esa sensación que ya he tenido otras veces y que describiría entre sentirte perdido y libre sin saber lo que pasará pero deseando que pase, curioso por el mañana en un lugar nuevo, con gente nueva, en situaciones nuevas y haciendo cosas nuevas. Pues eso es lo que sentí. Sentí que estaba de viaje y una sonrisa se describía en mi cara para cuando me quise dar cuenta. Y mirando a Gon y a Name, se podía ver que estaban como yo. En un silencioso jolgorio de alegría con sus sensaciones y sentimientos mezclados y descritos en las sonrisas inmutables de sus caras. Sabíamos que iba a ser duro y sufrido sobre todo ciertas partes del viaje, incluyendo esta primera etapa, pero en ese momento creo que para los tres solo importaba una cosa. Estábamos viajando.



Sobre las 6:00 de la tarde cruzamos la frontera y poco después llegamos a Targasonne,la primera parada del viaje, una zona de Boulder como a unos 15 o 20 km de la frontera con España.


ESCALANDO EN FRANCIA. TARGASONNE

Targasonne es un pueblo situado a 1597 metros de altitud en los Pirineos Orientales en la región de Languedoc-Rosellón, Francia. Casi llegando al pueblo, antes de pasar el camping hay 4 o 5 curvas seguidas en las que se puede aparcar en áreas de descanso. Los sectores están tanto a la derecha como a la izquierda de la carretera.



La piedra es de granito, a mi juicio muy parecido al que hay en Zarzalejo, Madrid. El lugar era increíble, diría que perfecto para blocar. Los sectores no son muy grandes así que te los puedes recorrer en un paseo y, sobre todo si tienes la guía, echar un vistazo a los bloques que quieres ir probando. Normalmente las diferentes líneas se acumulan alrededor de placitas que forman los mismos bloques, siempre también entre árboles y arbustos altos. Esto hace que la mayoría de los bloques estén casi todo el tiempo en sombra. En todo momento el lugar te da la sensación de estar metido en un bosque denso de piedras y árboles, cosa que te da mucha privacidad a la hora de escalar, que para el que le guste, en ese aspecto Targasonne es aún mejor que Albarracín. Lo que además lo hace perfecto, entre otras cosas por la cantidad de techos que hay, para poner la tienda o hacer un vivac si fuera necesario. Me pareció que el grado estaba bien puesto, ni muy alto ni muy bajo, aunque nos encontramos con algún 5º que nos dio dolor de cabeza.


El primer día íbamos con muchas ganas asique desayunamos pronto y directos a blocar. Fuimos haciendo algunos 5º´s y 6º´s bajitos para calentar pero por desgracia y para hacer honor a la verdad entre que Name está empezando y Gon y yo hacía tiempo que no escalábamos y además pesamos 10 kilos más que hace 6 meses, esos bloques fueron suficientes para dejarnos muy cansados. Algún 6b acabo saliendo aunque bueno, al menos vimos que tenemos que ponernos en forma y sobre todo, que no nos faltan ganas porque disfrutamos como enanos. Fue un día de muchas risas y además probamos la nuevas cámaras Intova y algunos de los accesorios que por cierto, van de lujo.


El segundo día aunque estábamos un poco cansados y con el cuerpo roto del día anterior la cosa empezó muy bien. El día era más frio que el anterior y empezamos con bloques fáciles para disfrutar e ir calentando. Pronto conocimos un grupo de personas y la cosa se empezó a animar. Mala suerte que de casi un minuto para otro nos diluvio como si eso fuera el fin el del mundo. Salimos corriendo pero nos tuvimos que refugiar en un techo en que permanecimos como 1 hora hasta que la lluvia dejo de ser torrencial y pudimos volver a la furgo.


Allí decidimos movernos a Perpignan ya que con esa lluvia no íbamos a escalar más y el reloj se nos echaba encima para conseguir trabajo en la vendimia. Me fui de Targasonne habiendo querido estar al menos 2 días más…y quizás más. Algún día volveré y espero que sea a hacer 7º´s.

"Sr.David"

ANTES DE PARTIR. PREPARATIVOS

Tierra a la vista es una historia que acaba de comenzar. Pero antes de llegar a este punto han transcurrido un buen puñado de cosas, así que empecemos desde el principio. Desde hace algún tiempo la idea de conocer lugares venía empujándome a salir a ver que hay después de la siguiente curva y de la siguiente y la siguiente.. y casualidad o causalidad fuimos a juntarnos en la misma trayectoria unos pocos soñadores. La ilusión y las ganas trazaban un plan, la vuelta al mundo.
Con la idea aun sin digerir, nos pusimos manos a la obra, se trataba de un sueño, pero el hecho de compartirlo entre nosotros hacía que pudiera convertirse en realidad. La idea, aunque inimaginable y difusa en nuestras cabezas, parecía estar clara, ahora tocaba saber cómo podíamos llevarla a cabo. Decidimos que la furgoneta era una buena opción, llevas la casa a cuestas y te permite cierta libertad de movimiento, además 80 km por hora es lo suficientemente rápido para desplazarse y lo suficientemente lento para no perder mucho detalle de lo que te rodea. Éramos cinco personas asimilando la idea de irnos muy lejos y por mucho tiempo. Dentro del atractivo de esa idea, cierto es que hay que tomar ciertas decisiones importantes, dejar aquí todo lo que tienes entre manos, despedirte por un tiempo de amigos, familia, mascotas.. así que por motivos de este tipo o de cualquier otra índole pasamos a ser cuatro personas.


El proyecto fue tomando forma y un nombre “Tierra a la vista” y durante los siguientes meses además de trabajar y ahorrar lo que pudimos, conseguimos algunos apoyos externos como el del bar Rocka Rolla de Majadahonda que fue el primero en apoyar el proyecto. Más adelante otros bares de amigos nos echaron un cable distribuyendo nuestras camisetas, el Moon & Rock de Gredos y La Flaca de Majadahonda. Un día recibimos una llamada de Alain ofreciéndonos el apoyo de su tienda de deportes de aventura Gran Oceà. Junto con Gran Oceà, Intova también apostó por el proyecto y nos mandó cámaras para poder grabar la aventura.
La tripulación, Gon, David, Jacob y yo, Javi estábamos ansiosos por comenzar y Mun, la furgo,nos esperaba en Arenys de mar para ser acondicionada por dentro y por fuera. Así pues llegó el día de hacer el macuto..tarea complicada, pues se trata de llevarse solamente lo imprescindible pero teniendo en cuenta la cantidad de climas y estaciones por las que vamos a ir pasando, así como las actividades que pretendemos ir haciendo. Sobre todo me centré en llevar buen material de invierno y montaña, el verano se resuelve fácil, y en llevarme buen calzado, unas botas que puedas hundir en la nieve merecen la pena. También pensé en poder ser autosuficiente en algunos momentos, por si nos da por hacer alguna etapa en solitario, así que conté con el material de acampada, hornillo, saco de verano y de invierno, un botiquín etc..
Con el macuto preparado la partida es inminente, y es hora de las despedidas. Entre amigos y familiares resulta fácil y son un hasta pronto entre risas y bromas..lo complicado en mi caso fue despedirme de Takoda, mi perro..del que creo que me estuve despidiendo todos estos meses de preparación.. y aunque cueste creer es el motivo que más me empuja a volver a casa no demasiado tarde.
Todo preparado y listo para salir destino Arenys de mar. Vero, mi madre se ofrece a llevarnos con el coche y el remolque para poder llevar tanto trasto, pero para nuestra sorpresa pasado Ramacastañas, a unos cinco km de casa el coche canturrea algo así como “Cloorrrnch clooorrrrnchhh ñiiiiiihhh clornch” con la rueda derecha! Caras de circunstancia y una sonrisilla tonta que se dibuja en nuestras caras “jajajaja no me creo que salga de casa con la intención de recorrer el mundo y me quede tirado a tan solo cinco km jajajajjaja” Pero sí, así son las cosas así que pasamos el día en el taller y tras resolver el problemilla nos pusimos esta vez sí camino a Arenys.


Una vez allí, bajo las órdenes del capataz Jacob nos pusimos serrucho y soldador en mano a darle un toque hogareño a la furgo. Tardamos unas tres semanas en construir el habitáculo. El resultado, unos sillones cama que por dentro son baúles, un respaldo que se convierte en litera semejante a la de los submarinos cuya función es sencillamente la de dormir, lo de rodar y moverse no encaja con sus características. Y algún que otro baúl y armario de madera de pino. Por fuera le pusimos una baca de safari, de esas que ocupan el techo entero y le dimos el toque rutero con unas líneas de pintura en los laterales. Desde aquí agradecer a Jaume que nos prestase su taller durante esas tres semanas de curro.




En nuestra estancia por Arenys además de trabajar en Mun, gracias a Gran Oceà nos iniciamos en el mundo submarino realizando el curso Open water de PADI. Unas inmersiones en las que hubo de todo, desde langostas y la mirada curiosa de algunos peces y pulpos hasta algún que otro mareo provocado suponemos que por el mar de fondo y la aproximación en barco. Una buena experiencia al fin y al cabo.



 Agradecemos mucho también toda la ayuda y el apoyo de Jacob, que aunque por motivos importantes no se embarcará desde el comienzo en ésta expedición, como tripulante que es, se unirá al navío cuando le traigan los próximos vientos. De momento esperamos que llegado ese día sea un biólogo en potencia y pueda brindarnos parte de su conocimiento estando como se dice metido en materia de campo!
Una vez lista Mun, nos despedimos de la familia de Jacob que nos acogió cómo si fuéramos tres hijos más, le dimos un fuerte abrazo por barba al cuarto tripulante y nos pusimos en ruta.



"Sr.Name".


 
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